Estudios de Filosofía Práctica e Historia de las Ideas / E-ISSN 1851-9490 / Vol. 23 / Sección Comentarios de libros
Revista en línea del Grupo de Investigación de Filosofía Práctica e Historia de las Ideas /
Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales (INCIHUSA)
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET)
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tapa libro

Experiencias del ensayo.
Intersecciones, figuraciones, prácticas

Muñoz , Marisa (ed.). 1a ed.
Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Prometeo Libros,
2019. 280 p.; 23x16 cm.
ISBN 978-987-574-949-8

María Rita Moreno

Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales (INCIHUSA),

 Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET);

Facultad de Filosofía y Letras, Facultad de Derecho,

Universidad Nacional de Cuyo, Argentina.

xrmkmx@gmail.com

 

 

Si pensamos en «ensayo» en cuanto concepto, cierto impulso formativo puede llevarnos a conjugarlo casi mecánicamente con un presunto par, «error»: el binomio queda conformado y, con él, la praxis direccionada. Pareciera que, en el marco de una esfera homogénea, ensayar supone experimentar una y otra vez, errando hasta que aparece ¾se des-cubre¾ lo exento de error, o sea, la verdad. Ahora bien, la misma dupla ensayo-error habilita otro tipo de experiencia e, incluso, otro tipo de verdad. Ensayar puede ser abordada como la práctica que no rehúye el error, sino que lo subvierte. Ensayar puede sugerir errar en la medida en que abre el horizonte para experimentar sistemáticamente lo fallido. Y, quizás debido a eso, ensayar ha apuntado un tránsito errante de la escritura y la lectura: mientras las buenas costumbres de la Academia decimonónica han asociado el rigor y la potencia crítica a la configuración de un Sujeto impoluto, soporte de las Ideas y la Lengua; el ensayo se ha inmiscuido en el error, como si se tratara de una falla desestabilizante de semejante estructura. Experiencias del ensayo. Intersecciones, figuraciones, prácticas (Prometeo, 2019) se aventura de lleno ¾y sin red de protección¾ en este aspecto. Y lo hace de modo tal que busca expresar el temple huidizo del ensayo como experiencia del pensamiento. Más bien, lo rodea sin sitiarlo, sin capturarlo en los moldes acomodaticios de la discursividad teórica. Este movimiento de la reflexión, tan flexible como contundente, determina la potencia de la obra editada por Marisa Muñoz; pues constituye, al mismo tiempo, el fundamento de las experiencias anunciadas en su título.

De hecho, cada capítulo de la obra procura exponer “la imbricación, nunca transparente, entre vida y escritura” (2019, 15), al decir de su editora. En la mediación-tensión de ambos extremos, cada una de las intervenciones capitulares mienta las aristas que contornean la praxis compleja del ensayo. En la polifonía de escritos del libro se delinea la silueta de este género como un cuerpo literario atravesado por el ejercicio especulativo, la dimensión material de la escritura y del pensamiento, y su apuesta crítico-creativa. En ese sentido, «Intersecciones, figuraciones, prácticas» ¾la trilogía anunciada en su subtítulo¾ alude un trípode cuyos ángulos punzantes señalan tanto la morfología plural de su objeto como la pluralidad de enfoques que conviven en la obra. De allí que los momentos del trinomio operen como el nombre de cada una de las tres caras de este cuerpo textual: los textos de «Intersecciones» se ocupan principalmente de abordar los cruces y bifurcaciones del pensamiento ensayístico; «Figuraciones» reúne capítulos nucleados en torno a la poética ensayística; «Prácticas» recorre la densidad material de los textos ensayísticos, poniendo en primer plano la palabra como praxis que interviene en lo social.

La primera parte del libro se inaugura con «Políticas del ensayo: encuadres y desencuadres de la escritura», donde María Cecilia Sánchez trabaja sobre la configuración abierta al vagabundeo de los textos ensayísticos surgido en el contexto histórico de Chile y Latinoamérica. En concreto, rastrea la intersección de espacios y tiempos, de la libertad subjetiva de intelectuales (Bello, Rulfo o Roa Bastos) y la politización de la palabra ensayística, articuladora de las hablas excluidas en la forma de “jeringoza”, “murmullo”, “rumor”. Frente a la inquietud por este tipo de escritura en los escenarios contemporáneos ¾signado por el humanismo abstracto y el cientificismo¾ la autora retoma el desajuste ensayístico: el desacople de la subjetividad respecto de los contextos en que se inserta se torna el resquicio desde el que reacomodar temas, reenfocar problemas y acontecimientos, reformular epistemologías, praxis teóricas y relevancias textuales. Así pues, concluye, la potencia del ensayo se manifiesta como caudal político: en el desacomodo que lo constituye, el ensayo construye nuevos contextos.

En «Tramas ensayísticas en la filosofía argentina», Marisa Muñoz caracteriza la ambigüedad del ensayo filosófico con la figura del desvío: se trata, ante todo, de una experiencia, la trama compleja de un “pensar escribiendo” (2019, 33) tensionado por los hilos de la aventura, la escritura, el tiempo, las subjetividades, los contextos. Esta red motiva a la autora del capítulo a leer textos de la filosofía argentina en busca de tensiones (tanto las que existen entre el objeto ensayo y la praxis ensayística como aquellas presentes entre el ensayo y el texto filosófico sistemático). Para Muñoz “desde el siglo XIX hasta el presente una porción considerable de la textualidad latinoamericana y argentina es ensayística” (2019, 34) y es esta tendencia la que manifiesta la politicidad consustancial a esas escrituras ensayísticas. Esto queda claro en los abordajes de los ensayos de Arturo Roig, Juan Bautista Alberdi, Alejandro Korn, José Ingenieros y Macedonio Fernández, figuras en las que Muñoz rastrea la imbricación de crítica y ensayo.

Marcela Croce contribuye con el capítulo titulado «Per monstra ad astra/ Ad astra per aspera: dos modelos de relación de los intelectuales con la academia». En él se indagan dos ensayos producidos por intelectuales argentinos en 2017 y en los que rastrea vínculos divergentes con la academia: Iconografías malditas imágenes desencantadas de Eduardo Grüner y Excelsos lectores, ascetismos iconográficos de José Emilio Burucúa.  Mediante un contrapunto sostenido entre ambas propuestas, Croce identifica “la tendencia de Burucúa al ejercicio memorialista antes que a la práctica reflexiva escogida por Grüner” (2019, 66), quien, en cambio, opera su ensayística mediante el método marginal y la mirada lateral. Según la autora de este capítulo, la divergencia explícita entre ambas expresiones del ensayo radica en su diferente abordaje en torno al lenguaje y su capacidad de comunicabilidad. Para Croce, Burucúa “confía en una posible resolución del problema de la lengua universal” como hipótesis para abordar diversos objetos de estudio ¾y no como transparencia inmediata del lenguaje¾. La perspectiva de Grüner, por el contrario, asienta su ensayo en los intervalos o los puntos ciegos de la palabra.

En «Del ensayo como ‘modo de pensar’ preminente del campo de la cultura hispánica», Francisco José Martín plantea desde el inicio una implicación entre modernidad y ensayística. Esto queda claro en la pregunta que formula: si la modernidad, como ha indicado Walter Benjamin, solo se gana con un rodeo, ¿puede considerarse el ensayo como el rodeo moderno del campo hispánico de la cultura? Para responder esta pregunta se centra en la relación entre la filosofía y la literatura y desde ella articula reflexiones con el humanismo. El autor cierra el capítulo indicando que en España el ensayo ha sido siempre tanto una forma de afirmar la modernidad como un factor de modernización, ya que la forma ensayística ha fungido como una suerte de cura de todos los absolutismos y dogmatismos presentes en la vida hispánica dominante.

«Ensayo, filosofía y autodidaxis» propone una reflexión vertiginosa, la de plantear/replantear la pregunta por la esencia del ensayo. Dante Aimino acerca la noción de «género» a la de esencia y se arriesga a poner en entredicho el historicismo lineal y progresivo que se halla tácitamente en el prejuicio objetor del pensamiento sobre las esencias. Entre Tzvetan Todorov, Nicolás Rosa, Georg Lukács, Theodor Adorno y Silvio Mattoni ¾entre otros¾, Aimino afirma que el filósofo siempre ensaya y que, inversamente, el ensayista siempre filosofa: en la filosofía y en el ensayo “la búsqueda se confunde con el encuentro, la pregunta con la respuesta” (2019, 99), ambos vislumbran un orden de cosas cuya adecuación con lo que es nunca puede determinarse certeramente.

«Figuraciones», la segunda parte de Experiencias del ensayo, inicia con «La Tierra que anda y se levanta. Geofilosofía y Liberación en Carlos Astrada», escrito por Gerardo Oviedo. El autor se concentra en el complejo mundo de El Mito Gaucho, de Carlos Astrada, desde el punto de vista de una interrogación: “¿la condición venturosa y trágica de su respuesta al enigma argentino se agotaría en un mero dato individual, o más bien es indicio de los destinos del discurso filosófico de la modernidad cuando es ensayísticamente transculturado en la periferia sur del sistema mundial?” (2019, 106). La remisión a la categoría de Fernando Ortiz ¾efectuada previamente por Horacio Cerutti (otro de los autores de Experiencias del ensayo), tal como el mismo Oviedo indica¾ procura abordar el pensamiento y la prosa de Astrada conforme a la hibridación ensayística de discursos periféricos y discursos occidentales. Desde esa perspectiva, Oviedo analiza diversos pliegues de “la metafísica de la pampa” elaborada en El Mito Gaucho; su análisis muestra que la obra astradiana encuentra su condición ensayística en un rasgo definitorio de su pensamiento: Astrada supo des-centralizar el Ser y re-localizarlo en el Sur. En definitiva, El Mito Gaucho se muestra como un “ensayo telúrico” (2019, 109) en la medida en que efectúa una reflexión impura, pues desestabiliza desde dentro las condiciones formales y epistemológicas, presuntamente universales, de todo discurso racional.

A continuación, Samuel Cabanchik condensa en unas páginas una multiplicidad de fuerzas que estallan renglón tras renglón. Se lanza de lleno en una reflexión sobre lenguaje que procura rastrear sus complejas luces y contraluces: en cuanto transmisión, la palabra del ensayo se juega entre la creación y el límite. La paradoja ha dado lugar a diversos tipos de filosofía, según se haga cargo de esa materialidad del lenguaje o no. Para elaborarlo, «La singularidad del ensayo en la experiencia del lenguaje» (tal el título de este capítulo) convoca la figura del monstruo. Pasando por Wittgenstein y Lezama Lima ¾dos extremos de la monstruosidad lingüística¾, Cabanchik sugiere que filosofía y poesía alcanzan su potencia mestiza (y todo el caudal monstruoso en ella implicado) en la praxis lingüística del ensayo.

En «Poética del pensar y experiencia presente en el ensayo. Acotaciones a las tesis de Walter Benjamin» Dante Ramaglia inscribe su reflexión en el nudo de ensayo e historia. Según afirma, la fuerza del ensayo proviene precisamente de su capacidad para ofrecer claves de interpretación sobre determinada experiencia del mundo. De allí que centre su atención en las tesis benjaminianas, pues ellas dan cuenta de un ejercicio ensayístico que confiere un particular sentido a la temporalidad. Mediante un minucioso abordaje de los nodos principales de Sobre el concepto de historia (de sus temas y estrategias retóricas), Ramaglia concluye que el ensayo benjaminiano evidencia un ejercicio escritural capaz de producir un nuevo horizonte de sentido y, con él, un nuevo conocimiento histórico.

«El cuerpo como hilos, los hilos como palabras. El tercer cuerpo de Eva», de Liliana Vela, toma como punto de partida las provocaciones implicadas en una conferencia radia de Foucault pronunciada en 1966. En concreto, Vela toma las disquisiciones foucaultianas referidas a la utopía del cuerpo después de la muerte en la momificación y el embalsamamiento y, desde allí, propone pensar la historia del cadáver de Eva Perón. En esa dirección recorre la escritura histórico-política suscitada por el cuerpo de Eva en su carácter doble; esto es, en cuanto el cuerpo-cadáver y el cuerpo vivo, emanación de imágenes y palabras. Borges, Onetti, Walsh y Perlongher son las aristas en las que la autora del capítulo dibuja la convergencia de palabra, cuerpo e imagen. La reflexión sobre ese cuerpo en disputa se torna reflexión sobre la narración configurada entre filosofía, literatura, política, poética, erótica y estética: el cuerpo sin vida y sin muerte de Eva es expuesto como un texto inagotable, índice de los devenires incesantes de la palabra y el ensayo.

«Poética de la ensoñación en Alejo Carpentier» cierra el segundo módulo de Experiencias del ensayo. Su autora, Patricia Fernández, toma su experiencia de relectura de Los pasos perdidos y explora desde ese ángulo la forma del ensayo. El desafío de volver sobre un texto a la luz de lecturas y problemas actuales genera nuevas preguntas y dimensiones que le permiten recorrer las grandes contradicciones de la cultura latinoamericana y de la cultura moderna. Fernández diagrama esas contradicciones mediante la propuesta de la categoría «ensoñación»: ella mienta una zona fronteriza, “un estado que busca en los sueños la materia de su existencia” (2019, 183). El capítulo cierra exponiendo la consistencia de una poética de la ensoñación, una vivencia escritural constituida por la imaginación creadora, lo inconmensurabilidad de lo maravilloso sin tiempo y la apertura hacia otros acontecimientos textuales.

El tercer y último segmento de este libro, «Prácticas», es inaugurado por «Entre lo pensable y la forma sensible ruptora. Ficción y conceptuación en novelas argentinas del siglo XX», escrito por Jorge Bracamonte. Comienza con la propuesta de dos hipótesis; la primera afirma que los pasajes entre novela y ensayo se acentúan (volviéndose incluso experimentales) en las novelas argentinas que plantean rupturas con los realismos. La segunda sostiene que estas novelas singularizan y particularizan lo pensable-conceptual en el interior de lo ficticio. Conforme a ambas hipótesis, Bracamonte apunta una reflexión sobre ciertos marcos y procedimientos novelísticos condensadores de lo ensayístico y lo novelesco. Configura una genealogía macedoniana de diversas novelas de la literatura argentina del siglo XX: No toda es vigilia la de los ojos abiertos y Papeles de Recienvenido son expuestos como la invención radical que inaugura no solo una nueva manera de ensayar la palabra, sino también de problematizar los rasgos novelísticos.

Mario Maure escribe «El compromiso en la literatura argentina de los 50 a los 70. Cuestiones para pensar la dimensión política de la escritura», texto que sugiere pensar cierto uso de la palabra actual (vertido homogéneamente en los diversos sitios proporcionados por la inmensidad de internet) a la luz de la idea de compromiso, presente en la literatura argentina de mediados del siglo XX. A partir de la crítica de algunos intelectuales de la revista Contorno a los de Sur, Maure arriba a la figura de Rodolfo Walsh y afirma que La Carta Abierta es “el ensayo más valiente que se haya escrito en la historia argentina” (2019, 230). Por eso, según Maure, en los tiempos actuales Walsh puede ser comprendido como el paradigma de una escritura que se abalanza contra toda forma de determinación y constituye, entonces, una experiencia ética de la escritura.

«La ontología de lo social: entre la existencia, la vida material y la comunidad» señala desde el inicio que “vivir consiste en un ejercicio constante de significación, desciframiento y desenmascaramiento” (2019, 235), razón por la cual la vida en común puede ser pensada como un constante intercambio de voces y expresiones. En definitiva, la experiencia comunitaria es una experiencia lingüística. Eso conduce a su autora, Aldana Contardi, a preguntarse cuál es la relación entre lo social, la vida en común y el pensar. Según aduce, las ontologías del ser social representan el espacio en que la crítica ensayística cristaliza como argumentación de fundamentos y estilo. Desde su perspectiva, la escritura de las ontologías revela una práctica escritural abierta hacia lo cotidiano y permeada por las contradicciones y la conflictividad del campo social.

Solange Victory ofrece en «El insolente oficio de escribir: el ensayo en la academia» el último eslabón de Experiencias del ensayo. Este capítulo, tal como lo anuncia su título, procura pensar la resistencia ensayística frente a la discursividad dominante en la producción académica de las humanidades y las ciencias sociales. Para ello, busca abordar el ensayo no tanto como una alternativa textual sino de manera más sustancial: la pregunta arrojada por la autora cuestiona si acaso es posible escribir en el ámbito de las Humanidades sustrayéndose a la forma ensayística. Su respuesta es determinante: “el Humanismo es un modo de pensar que promueve y requiere el ensayo” (2019, 252). Como conclusión de una reflexión que se detiene en la escritura ensayística de Ángel Rama, Ricardo Piglia y David Viñas, Victory establece que el ensayo constituye la inevitable expresión de una modalidad de pensamiento que propicia la flexibilidad necesaria en cada disquisición comprometida con pensar en la clave de las humanidades.

Experiencias del ensayo. Intersecciones, figuraciones, prácticas brinda, entonces, un conjunto de reflexiones que merodean el intrincado oficio de escribir, de leer, de pensar y de vivir sin certezas y estructuras prefabricadas. Es un libro que abre pliegues y los dobla nuevamente, pero con una torsión que los metamorfosea: en este origami cada faceta capitular configura huellas, propone recorridos, se revela como una multiplicidad de aventuras. En ellas, el ensayo surge como objeto pero, aún más, como el sujeto pluriforme y monstruoso que, fiel a su naturaleza lúdica y combativa, juega a esconderse en unas líneas, transformarse en otras y sorprender en casi todas.