Estudios de Filosofía Práctica e Historia de las Ideas / E-ISSN 1851-9490 / Vol. 24 / Sección Dosier
Revista en línea del Grupo de Investigación de Filosofía Práctica e Historia de las Ideas /
Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales (INCIHUSA)
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET)
www.estudiosdefilosofia.com.ar / Mendoza / 2022 /
.
“Put in mold”: Experiences of philosophical exile and de-exile. Two testimonials
Adriana María Arpini
Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales (INCIHUSA), Consejo
Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET);
Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Cuyo. Mendoza,
Argentina.
Recibido: 29/05/2022
Aceptado: 12/07/2022
Resumen.
Ponemos por escrito experiencias de exilio y des-exilio que forman parte de
nuestra historia reciente. Los testimonios fueron obtenidos a través de
entrevistas realizadas en al marco de un proyecto de investigación que busca
construir, pieza a pieza una Historia de las ideas mendocinas, principalmente
de las ideas filosóficas y educativas. Este escrito lleva, entre otros, el
propósito de ofrecer materiales para interpretar el exilio de la filosofía.
Palabras clave. exilio, des-exilio,
diálogo, oralidad, escritura.
Abstract. We write down experiences of exile and
de-exile that are part of our recent history. The testimonies were obtained
through interviews carried out within the framework of a research project that
seeks to build, piece by piece, a History of Mendoza's ideas, mainly
philosophical and educational ideas. This writing has, among others, the
purpose of offering materials to interpret the exile of philosophy.
Keywords. exile, de-exile, dialogue, orality, writing.
Gran historia e historia mínima, sucesos
político-militares y vicisitudes del clima se mezclaban y encendían la fantasía
del público. Porque esta era la regla: narradores y escuchas se hablaban cara a
cara. Los dos polos no estaban separados por el aparato técnico, incluso podían
intercambiarse los roles. Esta es por otro lado la característica esencial de
la historia oral, que constituye el punto de intersección, o bien la consciente
mediación en la historia histórica y lo vivido en lo cotidiano (…) La paradoja
de la historia oral es entonces intuible. Para ser conservada y comunicada, o
al menos ser conocida, la historia oral debe ser escrita. (Ferrarotti, 1990, p.
17-18)
A través de entrevistas hemos
accedido al relato oral de experiencias de vida acontecidas desde las últimas
décadas del siglo que pasó. Experiencias que forman parte de nuestra historia
reciente, marcadas por acontecimientos sociales, políticos, culturales.
Signadas por el trauma, esas historias fueron silenciadas durante cierto lapso
de tiempo, circulando, acaso, de boca en boca, en la privacidad y la
confidencialidad. El acto de rememorar en el presente esas historias, para
evitar que queden arrumbadas en el olvido, exige que sean “puestas en molde”
[1]
. Si bien
es cierto que las experiencias traumáticas enmudecen, no es menos cierto que el
esfuerzo de comunicarlas por medio de la escritura habilita la interpretación y
con ella la posibilidad de otorgar nuevos sentidos y de enriquecer formas de
auto y heterorreconocimiento.
Hemos apelado a la
entrevista como una forma de acceder, a través del relato de los protagonistas,
“cara a cara”, a conocimientos de una parte de nuestro pasado reciente.
Acontecimientos referidos a la vida intelectual mendocina, a través de relatos en
los que se aúnan las vivencias del viaje y del estar en el propio lugar. (Cfr.
Benjamin, 2019) La visualización de tales relatos singulares ofrece un plus de
sentido en la medida que en la narración de la experiencia singular se
condensan las contradicciones de una época, y se da a conocer como historia
alternativa frente a la historia periódica, positiva (Cfr. Ferrarotti, 1990).
En esta ocasión apelamos
a los testimonios de dos de nuestros entrevistados
[2]
, Daniel
Prieto Castillo (General Alvear, 1942) y María del Carmen “Puly” Schlardi
(Maipú, 1947). Ambos egresaron de la Carrera de Filosofía de la Universidad
Nacional de Cuyo en 1967 y 1970 respectivamente.
La docencia fue
actividad principal de ambos. Se desempeñaron en los tres niveles. Daniel
Prieto fue maestro rural, periodista y profesor universitario. “Puly” Schilardi
enseñó en el nivel medio y en la universidad. También se volcaron a la
investigación y la escritura. Sus aportes en la docencia universitaria de grado
y posgrado son significativos en el campo de la comunicación y la educación en
el caso de Daniel, y de la filosofía del derecho y análisis del lenguaje
jurídico por parte de “Puly”. Nos lo relatan de la siguiente manera:
– Empecé a
trabajar de maestro en el año ‘61, en Lavalle –dice Daniel Prieto–. Ahí
descubrí mi profesión hasta ahora: educador. Y en el ‘65 entré al diario Los
Andes, en mi vida había pensado en ser periodista, no importa por qué entré,
pero entré y ahí comencé a descubrir a Mendoza. Hacer recorridas por
departamentos, me cambió la vida y me cambió mi destino filosófico, en el
sentido de hacer otras cosas que no son las típicas de un profesor de
filosofía. Me cambió porque al poco tiempo de estar ahí, al año, me pregunté
¿qué es esto que hago? Y como tenía el antecedente de mis griegos y latines, me
empecé a dar cuenta que ahí había algo importante, de la retórica y todo esto.
Entré al campo de la comunicación social, hasta ahora. Las dos patas de mi
camino fueron la educación y la comunicación.
– Esos temas me
acompañaron toda la vida, y fue todo búsqueda en Europa, en México, en
distintos lugares. Empezaba a avanzar en lo que se llamó la búsqueda de un
nuevo orden de la información y la comunicación, con las quejas a los grandes
monopolios internacionales de la información. (…) Entonces yo terminé
escribiendo varios textos sobre estos temas: Retórica y manipulación masiva, Discurso
autoritario y comunicación alternativa
[3]
, varias cosas sobre
esa temática que no he abandonado nunca. (…) Hay que insistir en ello, el
trabajo textual y el trabajo sobre el propio lenguaje. Meterse al texto, pero a
la vez trabajar en la escritura. (…) Por eso siempre me entusiasmó Simón
Rodríguez cuando hablaba de Patria y lengua. La manera de fundar la patria es
también con la lengua.
[4]
(Entrevista DP)
La experiencia
de “Puly” tiene muchos puntos de convergencia con las de Daniel:
– Mi historia
académica y laboral tiene dos momentos: uno hasta el año ‘75 y otro a partir
del año ‘85. Eso también marcó una serie de cosas. Yo estaba trabajando, como
alumna vocacional, en una adscripción con Ceriotto
[5]
.
Trabajaba Merleau Ponty. Cuando fallece Ceriotto, en el ‘73, quedé desamparada.
(…) Pero también se cruza con toda la época de cambios en la facultad. Roig
estaba [como Secretario Académico] en el Rectorado, Bazán era Secretario
Académico de la facultad de Filosofía, y entonces yo casi no me di cuenta que
estábamos embarcados en todos los cambios en la facultad. Entonces me planteé,
sigo trabajando en Contemporánea, pero me vuelco hacia América latina. Comencé
a trabajar con Roig, alcancé a tener un año y medio de las becas de iniciación
en la investigación del CAPI (Comisión Asesora para Promoción de la
Investigación)
[6]
, trabajaba la idea de
América en pensadores contemporáneos, empecé con el siglo XX y luego comencé a
ir para atrás. Entonces me inscribí en el Doctorado, en el año ‘74, en la misma
Facultad.
[7]
También ahí, el
Departamento de Filosofía jugaba un papel muy importante en todo el cambio.
Comenzó su trayectoria
como docente universitaria junto a Daniel Guillot
[8]
en la cátedra
de Historia de la Filosofía Contemporánea. También trabajó con Enrique Dussel
en el curso introductoria de la Filosofía que se implementó a partir de la reforma
del plan de estudios en 1974.
Ambos entrevistados se
involucraron en la transformación universitaria que comenzó a gestarse en 1973
y que, a pesar de su corta duración, aportó una mirada renovada de la vida
universitaria, valorada con posterioridad. En especial la reforma de los planes
de estudio en la Facultad de Filosofía y Letras, es recordada por Daniel Prieto
de la siguiente manera:
– Cambiamos todos los planes en el ‘73. (…) con
Carlos (Bazán), decíamos que hay algo en el filósofo que es la gestión, la
práctica, quizá en mis opciones está el hacer cosas en la realidad, (…) creo
que la función del filósofo es también involucrarse. ¿En qué podía involucrarme
yo? En cuestiones pedagógicas. Es en lo que me he involucrado toda la vida.
(Entrevista DP)
– Y en Filosofía y Letras, Arturo era Secretario
Académico de la Universidad, entre el ‘73 y el ‘75, se intentó el sistema de
áreas, [que] trataba de morigerar la dureza de las cátedras. (…) Era una
búsqueda en el sentido de una nueva organización, una nueva manera de ver el
trabajo en las aulas y de pensar juntos. Arturo sabía lo que hacía (…). Onofre
Segovia, fue el decano de Filosofía en ese momento. (…) Me parece que esa
figura es la de un hombre con una serenidad, una ecuanimidad, que atraía a esta
gente, a la que le parecía que había un ataque, que iba a destruir la
civilización occidental empezando por la Facultad de Filosofía y Letras, y
llamarlos, hablar, conversar, dialogar. En ese espacio estaban Carlos Bazán de
Secretario Académico, Sara Bonardel de Secretaria Estudiantil, y se creó una
Dirección de Comunicación que dirigía yo. La Dirección de Comunicación dijo:
–señores, el que quiera comunicar que venga a comunicar. Se imaginan que en
aquel tiempo no eran ni siquiera fotocopia, eran cuadernillos. Empezamos siendo
3 y terminamos siendo 13 o 14, no dábamos abasto. Allí le publicamos a Oward
Ferrari, De porqué el marxismo se come a
los niños
[9]
, y a gente
que estaba totalmente en contra, como Luis Campoy
[10]
. Es decir
que mientras que esta gente sentía que había un avasallamiento, que iba a
destruir todo, desde el punto de vista de tener abiertos camales para que cada
uno opinara, nunca hubo algo así en la facultad como en ese momento. La oficina
fue cerrada, el personal que era propio de la universidad lo redistribuyeron y
sacaron los muebles. Estaba en el subsuelo, dejaron el local vacío… Para mí, la
exorcizaron en algún momento. Fue notable, la limpiaron, una cosa muy
demostrativa. (Entrevista DP)
En efecto, entre 1973 y
1975 se intentó poner en funcionamiento una nueva organización de los estudios
superiores e impulsar una pedagogía universitaria que respondiera a las
demandas del momento, especialmente a la afluencia masiva de jóvenes a las
Universidades. Todo ello en el contexto de un despertar de la conciencia de
dependencia y del reconocimiento de los vínculos históricos y culturales que
unía a nuestro país con el resto de América Latina. El sustrato
filosófico-pedagógico de tales transformaciones fue construido a partir de la
necesidad de superar una visión simplificadora de la educación, sobre la cual
se proyectaba el funcionamiento de la estructura de la familia. Proyección que,
en función de un supuesto biológico, colocaba al educando en posición
subalterna respecto de la función modélica del padre o maestro. Estos debían
criarlo, alimentarlo, encaminarlo, en una suerte de repetición de lo mismo, en
un ciclo deshistorizado y destinado a repetirse. En su lugar se proponía una
visión enriquecedora de la educación, en la que la historización de las relaciones
pedagógicas colocaba al niño o al joven en el lugar de lo nuevo, abierto a
innúmeras posibilidades. Se partía de la confianza en la capacidad
autoformativa de educandos y educadores en diferentes situaciones de
aprendizaje en las que los educandos aprendían de los educadores y estos de
aquellos, y ambos entre sí, haciendo del hecho educativo un espacio de creación
y liberación, abierto a la novedad de la alteridad. Tales propuestas
pedagógicas contaban con una rica historia en el país, y en Mendoza, entre
cuyos antecedentes cabe mencionar el movimiento de la Escuela Nueva, la
implementación de prácticas alternativas de autogobierno escolar por parte de
Carlos Norberto Vergara, la Reforma Universitaria del ’18. Asimismo, hay que
señalar que la construcción del nuevo enfoque filosófico-pedagógico se
construyó en diálogo con propuestas que le fueron contemporáneas, como las de
Paul Freire, Darcy Ribeiro, Augusto Salazar Bondy, Ivan Illich, Ezequiel Ander
Egg. Todas las cuales acentúan el hecho de que la relación educador-educando es
diferente de la que existe entre sujeto y objeto. Ambos son sujetos,
diferentes, y a su turno estudiantes y enseñantes. Desde esta perspectiva se
confió en que una transformación en la estructura administrativa del sistema de
cátedras, favorecería la renovación de las relaciones pedagógicas.
– Era una búsqueda en el sentido de una nueva
organización –dice Daniel–, una nueva manera de ver el trabajo en las aulas y
de pensar juntos. (…) Era un momento muy especial, pero ya había movilización
estudiantil, había discusión al interior del departamento. (…) Nosotros fuimos
un grupo de personas que creíamos y seguimos creyendo que los seres humanos con
los que trabajamos se merecen una educación un poco distinta. Cuando uno se lanza
en esa dirección tiene un par de problemas fuertes: hay que fundamentar la
propuesta, lo cual es un esfuerzo de trabajo [teórico], de lectura, etc., pero
hay que gestionarla, es decir, hay que hacerla posible. Por eso la charla con
Carlos [Bazán]
[11]
, también
el quehacer filosófico tiene que ver con la práctica. (…) Desde que me llegó la
invitación de ustedes para esta entrevista, yo le estoy dando vueltas al
asunto, porque qué les puedo decir, si yo no me he dedicado a la filosofía.
Pero quizás en la gestión uno pone en juego viejos postulados filosóficos. Eso
me estoy esclareciendo un poco ahora. Por ejemplo, cuando nos dejaron afuera a
todos, eso fue en marzo del ‘75, nos quedamos todavía aquí hasta fines del ‘75,
organizamos un seminario
[12]
. Ya no
estábamos en la gestión, pero seguíamos estudiando, preparábamos temas.
(Entrevista DP)
El término “exilio”
alude en primera instancia a la expulsión o separación de una persona de su
propio país, definitiva o temporariamente, por motivos ligados a la
supervivencia. Hablar de “exilio interior” puede parecer una contradicción, sin
embargo la expresión refiere la situación de quienes permanecen confinados
dentro de las fronteras nacionales, sometido a restricciones que conllevan la
pérdida de la pertenencia. En la mayoría de los casos la situación de exilio
involucra la proscripción de la palabra, por el ejercicio de la censura sobre
lo que se puede decir o hacer en relación con la cultura, la prensa, la
educación. El exilio argentino de los ’70 estuvo signado, de un lado, por el
ejercicio sistemático de la violencia de Estado, y del otro lado, por la
experiencia del desarraigo para quienes debieron dejar el país y del silencio
de quienes permanecieron en el ostracismo interno. Hubo también un “exilio de
la filosofía”, en la medida que el diálogo, la reflexión y el ejercicio crítico
estuvieron ausentes de sus ámbitos institucionales habituales. Sin embargo, la
práctica filosófica maduró desde el exterior, desde los márgenes, provocando
búsquedas y aperturas más allá de la violencia uniformadora y doctrinaria. (Cf.
Arpini, 2020)
Cabe recordar que en el
espacio universitario mendocino, en enero de 1975 asumió como rector de la
Universidad Otto Herbert Burgos; la secretaría académica estuvo a cargo de Luis
Campoy y como decano de Filosofía y Letras se designó a Julio Argentino
Bartolomé Torres. El mandato era llevar adelante la limpieza ideológica de las
universidades conforme a los preceptos de la Misión Ivanissevisch, de formar
estudiantes cristianos, nacionalistas y antimarxistas; prohibir el funcionamiento
de centros de estudiantes y cesantear al personal que pudiera resultar
sospechoso, especialmente a quienes estuvieron involucrados en las transformaciones
de los planes de estudio y de la pedagogía universitaria. (Cf. Molina Galarza,
2014). “Puly” describe esta vivencia de la siguiente manera:
– En el ‘75 quedamos todos afuera.
– El ambiente de lo que sucedía en Mendoza, en el
país, era todo un contexto que se esperaba que pasara cualquier cosa. Daniel
Prieto, que también era el Director de la Escuela de Periodismo, tenía mucha
información que venía del ámbito educativo fuera de la Universidad. Había
venido el Interventor
[13]
. Tuvimos
una reunión –casi kafkina– con el interventor que era peronista, pero del ala
derecha. Recuerdo que estaba María Victoria
[14]
, con quien
hice también amistad bastante importante. Eso fue al inicio del ‘75. Quedó
claro que iban a pasar cosas drásticas. A los interinos se les renovaba las
designaciones todos los años el mismo día, en marzo. Así que sabíamos que en
marzo iba a pasar algo. Yo daba clase en el secundario, recuerdo que ese día me
llamó Arturo, para decirme que tenía que pasar a notificarme de la resolución
por la que no se me renovaba la designación. Esa tarde fuimos algunos de
nosotros juntos, era en una oficina de la facultad nueva, se armó una cola,
pasamos uno por uno. En esa gran cantidad de gente que no renovaron
designaciones, el porcentaje más alto era del Departamento de Filosofía. Y a
los pocos meses fue la echada de Arturo [Roig] y Carlos [Bazán]. Yo todavía
estaba con la beca, así que seguí trabajando con la beca [hasta que] me
llamaron de la Secretaría Académica del Rectorado para comunicarme que no podía
seguir con Roig, pero antes de que yo tomara alguna decisión, el Prof. Pró se
había ofrecido a continuar con la dirección de la beca. Pero yo renuncié, no
tenía posibilidades de entrar en la Facultad. (…) Seguimos un tiempo con un
Seminario en que trabajamos con mucho apoyo y la cobertura de Mauricio López
[15]
, por
fuera de la Facultad. Eso se mantuvo hasta que echaron a Arturo y Carlos.
Porque entonces, todos los que pudieron se fueron al exilio.
– En el año ‘75 es como que acabó todo. Yo me
dediqué al secundario donde podía. Cuando estuve en condiciones económicas
retomé los idiomas, especialmente el alemán. (Entrevista PS).
Estas últimas palabras
de “Puly” Schilardi marcan una interrupción “en el año ’75 es como que acabó
todo”. La intervención de las universidades durante el lapso que Oscar
Inanissevich fue Ministro de Educación (1974 – 1975) anunció anticipadamente lo
que vendría con el golpe cívico-eclesiástico-militar. No sólo consolidó la
ofensiva contra lo que se dio en llamar “la izquierda universitaria”, sino que
vació y silenció las aulas de toda posibilidad de diálogo, de debate de ideas,
de ejercicio filosófico. En este sentido es posible afirmar que no sólo los
filósofos e intelectuales padecieron el exilio en el propio país o en el
extranjero, sino que la misma Filosofía, como una práctica dialógica,
interpretativa y crítica, quedó exiliada. Si, como afirma Ferrarotti, la
narración de la experiencia personal, aun siendo la de un solo individuo,
condensa los procesos históricos de una época, entonces, los relatos de “Puly”
y Daniel sintetizan la experiencia del exilio en las dos modalidades que
adquirió entre 1975 y 1983, exilio interior y exterior, respectivamente. Los
años indicados son aproximativos, pues en muchos casos se inició antes y se prolongó más allá del retorno de la
democracia en el país, como sucedió en ocasiones con la misma práctica
filosófica. Con esto queremos señalar que en muchos casos la filosofía, el
diálogo filosófico, estuvo ausente de los espacios institucionales por los que
debería circular. Y lo estuvo más allá de las fechas que marcaron la vuelta a
la democracia y la normalización de la universidad. En su lugar se instaló algo
parecido al adoctrinamiento, a la repetición escolarizada de conceptos y a la
deshistorización del pensar.
La experiencia del
exilio interior de “Puly” Schilardi es la de un corte abrupto. Por su parte
Daniel Prieto Castillo recuerda la suya, en el exterior, de la siguiente
manera:
Me fui en diciembre del ‘75, fue un período de
muchísima formación. (…) Llegué a México, con mi bagaje de comunicador. Enrique
[Dussel] ya estaba trabajando en una universidad, me dijo: –yo hablé con la
gente, pero tenés que ganártela. Me pidieron una conferencia. Hablé de análisis
del mensaje. (…) La experiencia fue en un área de Diseño. En la Universidad
Autónoma Metropolitana de Azcapotzalco, tenían diseño industrial, gráfico,
arquitectónico y urbano. Entonces querían un trabajo en equipo, era un
departamento. ¡Queríamos departamentalizar aquí, y fuimos a caer en un departamento
formado en México! Allí hacía falta un comunicador y caí justo. Empezó un
período de formación. Dentro del Departamento teníamos un Seminario, éramos
unas 35 personas, durante dos años de ese seminario salieron tesis doctorales,
libros, nos juntábamos a reflexionar cada tercera semana, era maravilloso. (…)
Fue un impacto enorme en cuanto a contexto intelectual y aprendizaje. Esa
experiencia duró hasta el ‘82. Después vinieron otros lugares, estuvimos 5 años
en Ecuador y como 4 años en Costa Rica. Ahí yo hice todos los cursos de
Estudios latinoamericanos, fue una experiencia muy linda, [pero] nunca entregué
la tesis. Nos fuimos a Ecuador y ya no hice la tesis. Tengo una Doctorado
Honoris Causa que me dio la Universidad Simeón Cañas de Medellín, en Colombia.
Así que había varios frentes, me gustaban los temas de comunicación, de
educación, de filosofía. Ahí empecé a escribir como loco, hasta ahora. (…) Y
sí, en México: debates, reuniones, gente opinando, contradiciéndose. Un mundo
completamente diferente. (…) Comencé nuevamente la gestión. Los últimos años en
México estuve metido en una Maestría en Comunicación Educativa, y en Ecuador,
en CIESPAL (Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para
América Latina) ahí dábamos cursos para toda América Latina, no le llamábamos
Semiótica sino Análisis del mensaje, era más cercano a los comunicadores. Pero
ya entró toda la línea de planificación de la comunicación, comunicación
institucional, comunicación y vida cotidiana.
[16]
. (Entrevista
DP)
Volver no es fácil,
puede ser tan traumático como partir y/o quedar silenciado. No se vuelve al
mismo lugar, ni a la misma situación. Las cosas han cambiado, también los
sujetos. Hay que reubicarse, redefinirse, reconstruirse. Con el retorno a la
vida institucional en el país y la normalización de las Universidades, se abrió
cierto horizonte de expectativas. La posibilidad de retomar estudios, retomar
la docencia universitaria, profundizar e innovar en líneas de investigación
frente a las demandas del momento. En esa coyuntura nacional y personal fue
posible para nuestros entrevistados realizar el duro trabajo de llegar a
expresarse con voz propia. El primer paso, en el caso de “Puly”, fue concretar
los estudios doctorales:
– Mi esposo, Roberto Bárcena, se había presentado
a una Beca Externa de CONICET (…) Entonces, en el año ’84, estuvimos partiendo
para Madrid. (…) En ese momento estaba Agoglia
[17]
en Madrid,
nosotros lo habíamos conocido en la Universidad en Ecuador. Agoglia me conectó
en Madrid con Carlos París
[18]
. Había
sido el primer decano electo de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma
de Madrid, que se creó en las últimas épocas del franquismo y que era la
facultad, la universidad de izquierda –digamos así–, todas las universidades
Autónomas se crearon en la última época del franquismo y tenían una cierta
apertura. Al principio yo tomé cursos con él, y después viendo que la beca de
Roberto iba para dos años, vi la posibilidad de inscribirme en el doctorado.
(…) Había que hacer cursos monográficos que llevaban un año y medio de
presencia. Ahí es cuando Carlos París me dice: –con latinoamericana yo no
puedo, y usted acá tampoco tiene … Entonces yo dije de un viejo tema por el que
tenía afecto …, fue así que trabajé sobre Merleau Ponty. París era profesor de
Antropología, pero también hacía filosofía de la ciencia. Buscamos algo que no
estuviera trabajado, finalmente el eje fue la discusión sobre la ciencia en
Merleau Ponty. Hice los cursos ‘84 y ‘85. Terminé la tesis en el año ‘89, en
que me fui con una beca externa de CONICET a Madrid a terminar la tesis y en
febrero del ‘90 la defendí. (Entrevista PS)
– Vuelvo [a Mendoza y a la Universidad] más o
menos en octubre del año ‘85. Ya se había producido la incorporación de algunos
docentes en Ciencias Políticas. Siendo Rector Luis Triviño, y Secretaria
Académica María Victoria Gómez de Erice. En el año ‘85 están todos los
concursos efectivos de FFyL, entonces yo me presento al concurso para la
adjuntía de Filosofía Contemporánea –fue épico ese caso. A la titularidad se
presentó Víctor Martín
[19]
. Con toda
una carga, porque entre medio de todo eso Miguel Verstraete
[20]
había
ocupado todos los espacios [que quedaron libres con el proceso]. En ese momento
la Decana era Elia Ana Bianchi de Zizzias.
[21]
En el jurado estuvieron: Pró, Albizu y Espinosa. El
resultado fue adverso, para ambos. (Entrevista PS)
– Coincidió que sobre fines del ‘85 se crea esta
facultad (de Derecho). A principios del ‘86, una de las que asesoraba en
cuestiones didácticas y pedagógicas era Olga Medaura. Nos avisó a varios que
presentáramos Currículum. Entonces entré en la Cátedra [de Introducción a la
Filosofía] a partir del ‘86. Con todos los avatares: estábamos en los Maristas
[22]
, miles de
alumnos, había 3 cátedras. Yo circulé por todas las cátedras. Hasta que la cosa
más o menos se estabilizó. [Quedé] definitivamente con Norma Fóscolo
[23]
. Ella
estuvo aquí bastante tiempo. Cuando le ofrecieron la exclusiva en Ciencias
Políticas, se fue. Entonces me pusieron a cargo, era también la época del
rectorado de Bertranou, que no tenía mucho interés en sostener esta facultad,
así que en el ínterin me presenté a un concurso de titular en Antropología Filosófica
en la Facultad de Educación Elemental y Especial. (Entrevista PS)
En el caso de Prieto
Castillo, el retorno fue más tarde y estuvo vinculado a la renovación de la
gestión y la función de educador:
– Fueron muchos años fuera de la Universidad hasta
volver acá. Digamos, desde el ‘83 al 2004 yo estuve fuera de la Universidad.
Porque estuve en organizaciones más chicas, estábamos todo el día trabajando,
produciendo, pensando, no teníamos el peso de la academia. Estábamos muy
acostumbrados a esa libertad, que también se vivía en México, en realidad en la
UAM porque era una universidad nueva. (Entrevista DP)
– Cuando regresamos definitivamente a Mendoza, en
el ‘93 para el ‘94, en el 94 me hice cargo de la Secretaría Académica con
Armando Bertranou como Rector (…) [Un día] le fui a decir –Armando, ¿qué vamos
a hacer con la departamentalización? –Ni loco, no te metas con eso. –Algo hay
que hacer. –Buscá otro camino. Así nació lo de la Especialización
[24]
. Lo que
quiero decir que todavía aquello que nos costó en el año ‘75, seguía estando
presente. (Entrevista DP)
El programa de
Especialización en Docencia Universitaria, diseñado y puesto en funcionamiento
por un grupo de docentes formados y conducidos por Daniel Prieto Castillo,
constituye a nuestro juicio, un trabajo intencionado e intenso, que apuesta a
la (trans)formación de las su(b)jetividades
[25]
de quienes
intervienen en el hecho educativo; y de esta manera transformar la dinámica
universitaria desde sus protagonistas. Fue creado en 1995 como un servicio de
la Universidad a sus propios educadores, pero ya en 1998 se abrió a todas las
instituciones de nivel superior. La fundamentación pedagógica se sostiene en el
reconocimiento de la subjetividad de quienes participan del acto educativo,
privilegiando el diálogo y la participación, como una forma de superar la
tradición contenidista. La propuesta teórico-metodológica es la “mediación
pedagógica”
[26]
orientada
a promover y acompañar aprendizajes, impulsar transformaciones en las
relaciones interpersonales, en las maneras de enseñar y de construir
conocimientos, y de construirse a sí mismos como sujetos capaces de enfrentar y
resolver problemas y situaciones. Más adelante, nuestro entrevistado vuelve
sobre la “mediación pedagógica” y la práctica del “texto paralelo”.
“Puly” Schilardi
acompañó a Prieto Castillo, como decente, en la implementación del programa de
la Especialización. Pero, con apoyo en esa experiencia, sus contribuciones más
importantes y de mayor creatividad, en la docencia y la investigación, las
realiza desde la Facultad de Derecho, a propósito de plantearse de qué manera
contribuir desde la Filosofía en la formación de futuros abogados:
El primer desafío fue cómo sostener una
Introducción a la Filosofía en la Facultad de Derecho, privilegiar y sostener
las posturas teóricas que teníamos, pero sin embelezarnos con una especie de
introducción como las de la Facultad de Filosofía. En España, uno de los cursos
que había tenido fue sobre la Teoría de los actos de habla, con uno de los
referentes de Filosofía del lenguaje más importantes de España. Entonces la
cuestión de la Filosofía del lenguaje, que a mí siempre me había rondado,
incluso en las épocas de Ceriotto. Al volver Arturo, que ya estaba en el CRICYT
[27]
, larga
ese seminario sobre Filosofía del lenguaje, yo ya venía con eso, hice algunos
trabajitos con Arturo, que le gustaron. Entonces, la línea que encontramos con
Norma Fóscolo fue meternos a trabajar un análisis del discurso desde posturas
filosóficas. Es una temática bastante compleja, que a los abogados les
interesa, pero que la solucionan siempre por el lado de la lógica, y
especialmente de la lógica clásica, el silogismo, etc. Entonces, una línea de
trabajo que abrimos fue esa, el análisis del discurso jurídico, lo trabajamos
desde distintas posturas. (Entrevista PS)
El esfuerzo de abrir una
línea de trabajo que permita abordar el discurso jurídico quedó plasmada en un
libro producido colaborativamente por Norma Fóscolo y María del Carmen
Schilardi, publicado por la editorial universitaria con el título Materialidad y poder del discurso. Decir y hacer jurídicos
[28]
. Dicho
libro ha sido considerado como muestra de madurez de la recepción del “giro lingüístico”
en Mendoza.
[29]
Sus
aportes van más allá de la especificidad del discurso jurídico, en la medida
que se pone el acento en los “actos de habla performativos” los cuales circulan
en la vida cotidiana haciendo posible la intersubjetividad. Así, frente a la
fragmentación del lenguaje y a licuación de la su(b)jetividad, se rescata tanto
el discurso como el sujeto de discurso. Las autoras se posicionan en una teoría
del discurso, demandante de una ampliación metodológica, que recurre al
ensamble de la lingüística con las ciencias sociales, a fin de encarar el
entramado de voces del discurso jurídico. De este modo se considera al derecho
como una práctica social específica, en la que se condensa la conflictividad
social de un determinado momento histórico. (Cf. Fóscolo y Schilardi, 1996, p.
121)
La investigación en este
terreno prosiguió:
– Con los subsidios de la Secretaría de Ciencia y
Técnica. Eso se juntó con un Proyecto de CONICET que dirigía Norma sobre el
discurso de los movimientos de Derechos Humanos en Argentina. De ahí salió otra
publicación de las dos por la EDIUNC
[30]
. Esa vía de
trabajo yo la seguí manteniendo después que Norma se fue. Desde el ’87 (…)
hemos tenido ininterrumpidamente proyectos de la Secretaría de Ciencia y
Técnica de la Universidad. Era un grupo muy interdisciplinario, de abogadas
jóvenes que habían sido alumnas nuestras, y ahora son juezas de familia, con
toda la nueva Ley de infancia, adolescencia y familia. Entonces hicimos
investigaciones con trabajo empírico sobre infancia y adolescencia en Mendoza,
la función del cuerpo de mediadores, la mediación judicial y todo eso. Y en
determinado momento yo retomo una línea que tiene que ver con la discusión
acerca del binomio legalidad / legitimidad, en vistas de reformularlo y en
cierta forma destruirlo y trabajar desde otro lado. En estos momentos estamos
trabajando la legitimidad desde un lugar exterior al sistema mismo, empezamos
modificando la tensión alma / cuerpo por vida / cuerpo. Estamos trabajando
mucho la noción de vida. También desde lo jurídico, con análisis de fallos y
demás. (Entrevista PS)
– Los libros que publiqué han sido con Norma, de
los proyectos. O para llenar un vacío aquí en esta Facultad [de Derecho], que
tengo que reconocer que se transformó en mí facultad. Se abrió un espacio
importante con el tema de Epistemología, metodología e investigación en
Ciencias Jurídicas. Entonces entró Consuelo “Cony” Ares, a quién siempre le
interesó lo epistemológico, hizo la maestría con Samaja. De allí salió un libro
de la EDIUNC sobre ciencia y derecho
[31]
y eso es una
inserción importante aquí para todo lo que es doctorado, maestrías, cursos.
(Entrevista PS)
– Un poco al margen, de lo que ha significado esta
facultad para mí, en la anterior gestión fui Secretaria de Posgrado, creo que
fui la única en ocupar un cargo así sin ser abogada. (…) Trabajamos mucho en el
Doctorado personalizado, muy bien armado. Una Maestría en Magistratura y
Gestión Judicial, que lleva muchísimos años y con apoyo en el Poder Judicial. Logramos
la aprobación de una Maestría en Derecho de agua, también armamos y quedó
aprobada por CONEAU una Maestría en Derecho laboral. Hay muchas diplomaturas,
desde que el rectorado las habilitó. También armamos una maestría en Derecho
penal y ciencias penales, la dirección es Omar Palermo y Diego Lavado, que es
bastante diferente de las que existen [en el país]. En la Maestría Judicial
[32]
que es
Especialización y Maestría, es donde tengo un Seminario sobre discurso jurídico. (Entrevista PS)
El aporte más
significativo de Daniel Prieto Castillo fue la creación y permanente
reinvención de la Especialización en Docencia Universitaria. Acerca del método
de trabajo se explaya en la entrevista:
– Ahora está muy de moda el aprendizaje
colaborativo. Eso eran los Seminarios. Eran Laboratorios para los científicos
“duros” y el Seminario para nosotros. El primer Laboratorio multidisciplinario
se funda en 1903, en EEUU, en una de las sedes de al General Electric, un
alemán lo funda, traen gente que podía pensar desde distintas miradas y
[organizan] el Laboratorio. A eso se refería Truman cuando decía que tenían
Laboratorios. [En nuestros Seminarios el método] es ponerse a pensar juntos, es
maravilloso eso. (Entrevista DP)
– Pero hay otras dos cosas más, el método
comunicable y el método en educación. Yo ando diciendo por ahí que en lo
personal no he inventado ninguna teoría pedagógica, ni pienso inventarla. Nunca
he buscado una pedagogía que lleve mi nombre, pero tengo un método. La
Especialización en Docencia Universitaria se basa en lo que llamamos nosotros
el “texto paralelo”. Lo definimos hace tiempo con Francisco Gutiérrez Pérez,
consiste en un seguimiento y un registro del aprendizaje a cargo del propio
aprendiz. Entonces en la Especialización hay que hacer cuatro textos, uno por módulo.
Si cada uno tiene unas 90 páginas, al cabo de la especialización tienen unas
300 o 400 páginas, en unos 18 meses. (…) Es un método, pero un método vacío, es
una estructura, la llena usted. (Entrevista DP)
[En] un material que acabamos de sacar Construirse para educar. Caminos de la
educomunicación (la palabra está de moda), queda más claro que no formamos
a nadie. El texto empieza con esa carta de Bolívar a Simón Rodríguez, donde le
dice: “Usted formó mi corazón para la libertad, maestro”. Entonces preguntamos
¿y si no lo formó nada? Porque si Rodríguez formó a Bolívar, entonces tendría
que haber formado otros bolívares, pero formó uno sólo. Entonces Bolívar traía
otras cosas que no sólo le formó Rodríguez. Entonces otra vez el método, eso
sí, sin duda, el método como recurso pasivo: esto es lo que nosotros le decimos
que puede ser, cómo lo llenen ustedes, es problema suyo. Es un tema que sí me
interesa mucho a mí. (Entrevista DP)
En efecto, el texto
publicado en Chasqui, n° 135, es una
reflexión acerca de lo que se da por supuesto en al término “formación” y de lo
que escapa a tales suposiciones. La reflexión se inicia a propósito de las
palabras de Bolívar a su maestro y prosigue en diálogo con Simón Rodríguez. No
es que éste haya formado –en el sentido habitual del término– a Bolívar, “lo
que ocurrió –dice Prieto– fue un encuentro entre dos seres extraordinarios; no
nació el revolucionario de las lecciones y sentencias del maestro, en todo caso
este pudo colaborar, en momentos cruciales de la existencia, con la
construcción de alguien de tamaña dimensión humana y política” (Prieto
Castillo, 2017, p. 20-21). Se trata de hacer centro en el aprendiz, que tiene
la posibilidad de apropiarse del maestro, al mismo tiempo que pone de sí, desde
su contexto y sus experiencias, desde la complejidad de su propia existencia.
La pregunta, entonces es “¿qué tipo de construcción necesita un educador?” (Id., p. 22) Porque no se trata de tener
mucho que decir, no sólo el contenido, sino la forma de decirlo. Se trata de ir
más allá del trámite de la lectura y la escritura para gozar del lenguaje, para
dar sentido al discurso. Por eso, “para acompañar aprendizajes” es necesario
“construirse en clave comunicacional”.
Dos conceptos, que al
mismo tiempo son prácticas, resultan indispensables para tal
construcción:
“mediación pedagógica” y “texto
paralelo”. Una mediación es pedagógica cuando
promueve y acompaña la tarea de construirse y apropiarse del
mundo y de uno
mismo desde el umbral del otro, sin invadir ni abandonar; y culmina
cuando el
otro ha desarrollado lo necesario para seguir por sí mismo. En
esa tarea se
distinguen tres instancias: “la mediación de los
contenidos, de la forma y de
las prácticas de aprendizaje, todo ello atravesado, sostenido y
recreado por un
intento de comunicabilidad” (Id., p.
26). El texto paralelo es un recurso para “el seguimiento y registro del
aprendizaje a cargo del propio aprendiz (…) sobre la base de la confluencia de
las tres instancias de mediación”. (Id.,
p. 27) Pero ¿cómo superar la exterioridad del texto?
– Ese es un tema precioso. Una de las prácticas es
“mediar con toda la cultura”, significa que un educador tiene para su tarea de
mediar pedagógicamente toda la cultura del ser humano y la personal. Entonces
le decimos ¿podría usted proponerle una práctica a los estudiantes desde otra
disciplina que no sea la suya? (Entrevista DP)
En síntesis, se trata de
un método vacío, de un poner en movimiento. “No somos ni predicadores de ideas
y vidas ideales, ni dueños de una teoría pedagógica. (…) el texto paralelo es,
en el ámbito del impulso a la relación comunicación y educación, un método
pedagógico, es decir un camino en el marco del mayor compromiso de un educador:
promover y acompañar aprendizajes” (Id.,
p. 30).
Nuestro diálogo con
Daniel y “Puly”, los relatos del exilio y de los motivos que lo causaron, así
como sus experiencias del retorno, ofrecen claves para una forma creativa de
práctica de la filosofía. Una práctica dialógica y contextualizada, cuya
principal característica está dada por un trabajo sobre el lenguaje –la
comunicación– a través del cual se construye la propia su(b)jetividad y la de
quienes intervienen en el diálogo, ya sea en la actividad de docencia, de
investigación o de gestión. Señalamos, también, el sentido terapéutico del
diálogo en relación con el exilio, tanto si se trata del exilio de las
personas, del exilio externo o interno, como si se trata del exilio de la
filosofía. La cual cobra vida en el diálogo. Esta práctica filosófica que se
realiza a través de la comunicación cara a cara, permite transitar de la
historicidad de lo cotidiano a la gran historia mediante otro recurso del
lenguaje: la escritura. Para ser conocida y conservada, la historia oral debe
ser escrita –nos dice Ferrarotti–. Para no quedar enmudecidos por el trauma,
para no perder la facultad de intercambiar experiencias –Benjamin–, es
necesario ejercitar la facultad de narrar, retomar los diálogos silenciados
durante el prolongado exilio que sufrió la Filosofía entre nosotros. Para ir más
allá de la repetición de lo mismo, del silenciamiento de las diferencias, del
adoctrinamiento, de cierta crítica descontextualizada y anémica, es necesario
realizar el trabajo de “poner en molde” las narraciones de quienes nos arriman
las experiencias recogidas de los viajes, mezcladas con las historias de la
propia comunidad.
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Giordano, C., Chantefort de Valenzuela, P., Poquet, H., Rodríguez, A., &
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Mendoza: EDIUNC.
[1]
La expresión “poner en molde” es
usada por Bartolomé de Las Casas cuando decide publicar, sin autorización del
Papa ni de la Corona, su Brevísima
relación de la destruición de las Indias: “Y parecióle cosa conveniente
ponella en molde …” (Las Casas, 1992, p. 6)
[2]
Las entrevistas de llevaron a cabo en el marco del Proyecto de Investigación
“Filosofía y Educación en Mendoza: materiales para una Historia de las ideas
mendocinas”, auspiciado por la Secretaría de Internacionales, Investigación y
Posgrado (SIIP) de la UNCuyo durante el bienio 2019-2021. El equipo técnico
encargado de llevar adelante las entrevistas estuvo integrado por Andrés Pérez
Javaloyes, Leonardo Visaguirre, Carla Prado, Nadya Marino, Carelí Duperut,
Fernando Ramírez, Juan Ramaglia. El material fílmico y grabaciones de las
entrevistas se encuentran bajo la custodia de del Instituto de Filosofía
Argentina y Americana (IFAA), Facultad de Filosofía y Letras, UNCuyo.
[3]
Cf. Prieto Castillo, Daniel (1978). Retórica
y manipulación masiva, Ed. EDICOL, México. Reediciones en editorial Premia,
también de México (cinco ediciones). --- (1979). Discurso autoritario y comunicación alternativa, Ed. EDICOL, México.
Reediciones en Editorial Premia (cinco ediciones). Más información sobre las
publicaciones de Daniel Prieto Castillo en: https://prietocastillo.com/libros
(09/10/2021)
[4]
Cf. Prieto Castillo, Daniel (1987). Utopía y comunicación en Simón Rodríguez,
publicado en tres países, Ecuador por CIESPAL, Venezuela por la Academia
Venezolana de la Lengua, 1988, y Bolivia por el Sindicato de Periodistas, 1989.
[5]
Cf. Ariño Leyden, Jerónimo, (2022);
Jalif de Bertranou, Clara Alicia (2018).
[6]
El CAPI era una dependencia de la
Universidad encargada de impulsar las actividades de investigación, luego se
transformaría en el Consejo de Investigaciones de la Universidad Nacional de
Cuyo (CIUNC), hasta que adquirió rango de Secretaría de Ciencia, Técnica y
Posgrado (SECTyP). Actualmente es la Secretaría de Internacionales,
Investigación y Posgrado (SIIP).
[7]
A partir de 1973 en el marco de los
cambios académicos producidos en el ámbito de la Universidad y especialmente de
la Facultad de Filosofía y Letras, con Arturo A. Roig y Bernardo Carlos Bazán a
cargo de la Secretaría de Asuntos Académicos del Rectorado y de la Facultad
respectivamente, se promovió la investigación y los estudios de doctorado. Así
desde fines de 1973 y durante 1974, una línea de acción fue efectivizar la
inscripción en estos estudios habilitados según Res. Nº 35/65 del Consejo
Directivo de la Facultad. En 1974 conformamos un grupo de cursantes del
Doctorado en el Departamento de Filosofía que sosteníamos un seminario de
intercambio de avances en nuestros estudios, cuando los estudiantes de fuera de
la provincia viajaban y lo hacían con regularidad. (Aclaraciones de “Puly”
Schilardi sobre los estudios de Posgrado)
[8]
Daniel E. Guillot, egresado de la
Facultad de Filosofía y Letras de la UNCuyo, realizó la traducción y el estudio
introductorio del libro de Emmanuel Levinas, Totalidad e infinito. Ensayo
sobre la exterioridad, cuya primera edición en castellano es de 1977 por la
editorial Sígueme. Tras la muerte de Carlos Ludovico Ceriotto en 1973, fue
profesor de Historia de la Filosofía Contemporánea en 1974.
[9]
Ferrari, Oward (1973). El marxismo se come a los niños. Los
fundamentos filosóficos y políticos del marxismo. Mendoza, Cátedra de Filosofía
de la Hisotria, Facultad de Filosofía y Letras. Más información en: https://www.mendoza.conicet.gov.ar/portal/incihusa/
novedades/index/el-marxismo-se-come-a-los-ninos-la-obra-de-oward-ferrari
[10]
Puede referirse a la reimpresión
para uso de cátedra del texto de Luis Campoy: Grupos culturales criollo y no criollo: disponibilidad para el cambio y
niveles de movilización y desarrollo. La investigación original data de
1971 y existe un ejemplar disponible en Bibliotecas de la UNCUYO.
[11]
En varias oportunidades durante la
entrevista Prieto Castillo hace referencia a Carlos Bazán, filósofo
medievalista reconocido internacionalmente por sus aportes a los estudios sobre
Sigerio de Brabante y Tomás de Aquino, fue Secretario Académico de la Facultad
de Filosofía y Letras entre 1973 y 1975; período durante el cual se
implementaron importantes transformaciones en los planes de estudio y en los
criterios de pedagogía universitaria. Cf. Fóscolo, Norma (2018).
[12]
Se refiere a los seminarios organizados en el marco del Centro de
Investigaciones Latinoamericanas, creado por iniciativa de Mauricio López con
apoyos económicos que él mismo gestionó. El Centro tuvo una vida efímera porque
varios de sus integrantes debieron salir al exilio, mientras otros permanecieron
en el exilio interior. Cf. Paredes, Alejandro (2018), “Investigar fuera de la
universidad: el Centro de Investigaciones Latinoamericanas y el apoyo de
Mauricio López a profesores mendocinos cesanteados durante los gobiernos
peronistas de los setenta”, en Cuyo.
Anuario de Filosofía argentina y americana, vol. 35, 2018, pp. 123-143.
Disponible en: https://revistas.uncu.edu.ar/ojs/index.php/anuariocuyo/article/view/3411/2459
(10/10/2021).
[13]
Se refiere al Decano Interventor en
la Facultad de Filosofía y Letras, Julio Argentino Bartolomé Torres.
[14]
María Victoria Gómez de Erice
(Mendoza, 1941) Profesora de Letras y Dra. en Semiótica por la Sorbona. Ingresó
en la UNCUYO en 1958, fue cesanteada en 1975 de las Facultades de Filosofía y
Letras y Ciencias Políticas y Sociales. Con el regreso de la democracia y la
normalización de la Universidad, obtuvo por concursos cátedras en las
Facultades de Ciencias Políticas y Sociales y Educación Elemental y Especial.
Fue la primera mujer Rectora de la UNCUYO en 2002.
[15]
Cf. Paredes, Alejandro (2018).
[16]
Cf. Prieto Castillo, Daniel (1983), “Radiodrama y vida cotidiana”, en la
colección Materiales de Trabajo, publicación realizada dentro del Proyecto de
Cooperación Técnica de CIESPAL y Radio Nederland Training Centre, bajo el
auspicio del Ministerio para la Cooperación al Desarrollo del Reino de los
Países Bajos, Quito, Ecuador.
[17]
Rodolfo Agoglia (San Luis, 1920 –
Buenos Aires, 1985). Se graduó como Profesor de Filosofía en la UBA, en 1945.
Enseñó Filosofía Moderna, Lógica y Filosofía de la Historia en las
Universidades Nacionales de La Plata, Cuyo y del Sur. Fue dos veces Decano y
Rector de la UN de La Plata, donde impulsó una reforma educativa. Durante su
exilio ecuatoriano, fue Profesor Principal del Departamento de Filosofía de la
Facultad de Ciencias Humanas de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador,
donde se doctoró en 1978.
[18]
Carlos París Amador (Bilbao, 1925 – Madrid,
2014). Filósofo y escritor. Catedrático de la Facultad de Filosofía de la
Universidad de Valencia (1960-1968). Profesor Emérito de la Universidad
Autónoma de Madrid y en dos oportunidades Presidente del Ateneo de Madrid.
Autor de profusa obra en la que aúna ciencia y filosofía.
[19]
Víctor Martín Fiorino, Profesor de
Filosofía, Obtuvo el grado de Doctor por la Universidad católica de Lovaina. Es
Doctor Honoris Casa por la Universidad Alonso de Ojeda de Venezuela. En ocasión
de realizarse en Mendoza el ciclo Conversaciones con Filósofos mendocinos dictó
la conferencia “Fronteras actuales de la ética Aplicada. Disponible en: https://bdigital.uncu.edu.ar/fichas.php?idobjeto=2343
(24/10/2021)
[20]
Miguel Verstraete egresó como
Profesor de Filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNCUYO, donde
ocupó las cátedras de Introducción a la Filosofía e Historia de la Filosofía
Contemporánea. Fue Decano electo en 1986, cargo que ocupó por sucesivas
reelecciones hasta 2002.
[21]
Elia Ana Bianchi de Zizias egresó de la Facultad de Filosofía y Letras de la
UNCUYO como Profesora y Licenciada en Filosofía. Enseñó Metafísica y ética en
la misma facultad, de la que fue Decana Normalizadora. Durante su decanato se
creó la carrera de Ciencias de la Educación.
[22]
Al crearse la Facultad de Derecho
funcionó en un edificio que había sido la escuela de los Hermanos Maristas,
ubicado en la Avenida San Martín al 800.
[23]
Cf. Arpini, Adriana (2022).
[24]
Se refiere a la Especialización en
Docencia Universitaria. Cf.
https://ffyl.uncuyo.edu.ar/estudios/posgrado/102
(22/11/2021)
[25]
Introducimos el paréntesis en la
grafía del término su(b)jetividad con el propósito de dar a entender que se
trata de un trabajo de autoformación y autorreconocimiento, que involucra tanto
la dimensión interior –subjetiva– como el hecho de devenir sujetos
socio-históricos. Ambas dialécticamente coimplicadas.
[26]
Cf. Gutiérrez Pérez, Francisco y Daniel Prieto Castillo (1993), Mediación
pedagógica. Apuntes para una educación a distancia alternativa. (Segunda
Edición), Ciudad de Guatemala, Instituto de Investigaciones y Mejoramiento
Educativo (IIME), Universidad de San Carlos de Guatemala.
[27]
Arturo Andrés Roig fue Director del
Centro Regional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CRICyT) entre
1986 y 1989.
[28]
Cf. Fóscolo, Norma y Schilardi,
María del Carmen (1996). Materialidad y
poder del discurso. Decir y hacer jurídicos. Mendoza, EDIUNC. Ver también
nuestro trabajo a partir de la entrevista con Norma Fóscolo y René Gotthelf
(Arpini, 2022).
[29]
Cf. Roig, Arturo Andrés (1997). “La
recepción del «giro lingüístico» en Mendoza. Sus orígenes y sus problemas
considerados a propósito del libro Materialidad
y poder del discurso. Decir y hacer jurídicos”. En: Cuyo. Anuario de filosofía argentina y americana, n°14 (1997), pp.
131-144.
[30]
Cf. Fóscolo, Norma, Schilardi, María
del Carmen y otros (2000). Los Derechos Humanos en la Argentina. Del
ocultamiento a la interpelación política. Mendoza, EDIUNC.
[31]
Cf. Schilardi, María del Carmen, Ares de
Giordano, C., Chantefort de Valenzuela, P., Poquet, H., Rodríguez, A., &
Ruggeri, M. D. (2000), Ciencia y Derecho: La investigación jurídica.
Mendoza: EDIUNC.
[32]
Se refiere a la Maestría en
Magistratura y Gestión Judicial, antes mencionada.