Estudios de Filosofía Práctica e Historia de las Ideas / E-ISSN 1851-9490 / Vol. 26 / Sección Dosier
Revista en línea del Grupo de Investigación de Filosofía Práctica e Historia de las Ideas /
Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales (INCIHUSA)
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET)
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.
Kamau Brathwaite, from Caliban to
Sycorax Aesthetics
Florencia Bonfiglio
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas
y Técnicas (CONICET),
Universidad Nacional de La Plata,
Instituto de
Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales (IdIHCS)
Recibido: 28-03-2023
Aceptado: 10-05-2023
Resumen. El artículo aborda las continuas
apropiaciones de La tempestad de
Shakespeare en la obra del escritor barbadense Kamau Brathwaite (1930-2020), en
el contexto de las lecturas anticolonialistas del drama desde los años 60 y la
reivindicación de la figura de Caliban. Se analiza, en particular, la propuesta
descolonizadora de Brathwaite a través de sus estudios historiográficos y su
crítica literaria y cultural, una zona menos estudiada que su poesía y donde
las figuras shakespearianas sirven al cuestionamiento del eurocentrismo epistémico,
forjando conceptos clave como nation
language o criollización nam en
cuanto categorías más aptas para analizar la cultura caribeña. En sus últimas
obras desde los años 90, es a través del “Sycorax video style” como Brathwaite
continúa desarrollando su discurso
calibánico, que en cuanto ‘cimarroneo’ y forma de resistencia al inglés
estándar se vuelve irreductible a las lenguas y saberes hegemónicos.
Palabras clave. Kamau Brathwaite;
ensayo caribeño; poesía; Caliban.
Abstract.
The article approaches the continuous appropriations of Shakespeare’s The tempest in the work of Barbadian
writer Kamau Brathwaite (1930-2020), in the context of anti-colonial readings
of the play from the 60s onwards and the vindication of the figure of Caliban.
Brathwaite’s decolonizing project is particularly analyzed through his
historiographical studies and his literary and cultural criticism, an area
which has been less studied than his poetry and where Shakespearian figures
help to question epistemic eurocentrism, creating key concepts such as nation language or nam creolization which are deemed more appropriate to analyze
Caribbean culture. In his last works from the 90s onwards, it is through his
“Sycorax Video Style” that Brathwaite continues to develop a calibanic discourse, which as a form of
maroon resistance to standard English becomes irreducible to hegemonic
languages and knowledges.
Keywords. Kamau
Brathwaite; Caribbean essay; poetry; Caliban.
Me crié en este oscuro puerto del Caribe,
donde mi padre, bastardo, me bautizó como su condado:
Warwick. El condado del Bardo. Pero nunca me sentí parte
de la maquinaria extranjera conocida como Literatura.
Preferí los versos a la fama, pero escribí con el corazón
de un diletante. Éste es el Will que heredaste.
Derek Walcott,
Omeros, 1990.[1]
Will como voluntad
y legado, tradición “alter/nativa”
–en la grafía de Kamau Brathwaite–[2] si quien
hereda ese legado ha nacido en un oscuro puerto caribeño. Porque los escritores
saben, con Édouard Glissant, que el ser antillano –bastardo del Bardo– debe ser
plurirrelatado. En “Meanings”, un ensayo aparecido en la revista Savacou editada por Brathwaite y el
Caribbean Artists Movement, Derek Walcott expresa su deseo de un teatro donde
se pudiera representar a Shakespeare y cantar Calypsos con igual convicción
(1970, 47). Atraído por las variadas apropiaciones antillanas del último drama
de Shakespeare, La tempestad (1611),
y especialmente por las nuevas figuraciones de sus personajes principales
–Próspero, Calibán, Ariel, Miranda–, que proliferaran ya desde la inscripción
anticolonialista del barbadense George Lamming en Los placeres del exilio (1960), Édouard Glissant indaga también sus
fundamentos: Shakespeare había participado de aquel movimiento inicial en que
la literatura y la historia organizaran “la Totalidad en sistema”; sus dramas,
junto con sus tragedias históricas –los problemas de sucesión al trono–, habían
elaborado la cuestión “cosmo-metafísica de la legitimidad” que sancionara el
equilibrio naturaleza-cultura, inaugurando la Modernidad. Pero allí mismo se
había instalado una jerarquía, explica Glissant: “Calibán-naturaleza se opone desde abajo a Próspero-cultura. Así, en La tempestad, la legitimidad de Próspero
está vinculada a su superioridad y se convierte en legitimidad de Occidente”
(2005 [1981], 188-189). Si Shakespeare había validado en la literatura el
dominio de los pueblos de la escritura, en la historia esa jerarquización se
iniciaba con Hegel; y era a partir de la lucha de los pueblos orales que se
develaban los mecanismos totalitarios de Occidente, su “doble aspiración” de
una Historia con H mayúscula y de una literatura “sacralizada en el absoluto
del signo escrito” (Glissant, É. 2005 [1981], 190). En los años 70, tanto
Walcott, fundador del Theatre Workshop
en Trinidad, como Kamau Brathwaite con su cada vez más sistemática exploración
de la voz caribeña en su poesía,
intentaron desmantelar ese absoluto. Junto con las apariciones del personaje de
“Caliban” desde Islands (1969), libro
que cerrara la primera trilogía poética de Brathwaite,[3] esta
operación de desmantelamiento implicó la simultánea demanda de una adecuada
historiografía caribeña; y también en esta disciplina Brathwaite se apropió de
las figuras de La tempestad para
explicitar sus fines descolonizadores. Como afirmara en “La cultura popular de
los esclavos en Jamaica”, uno de los capítulos centrales de su tesis The Development of Creole Society in
Jamaica, 1770-1820 con la que obtuvo su Doctorado en Historia (1968),[4] eran necesarias
nuevas aproximaciones epistemológicas, liberadas de parámetros eurocéntricos,
para aprehender la riqueza de la cultura caribeña, puesto que:
El rasgo significativo de esta cultura
(religiosa) africana consistía en que era (es) inmanente: portada en el individuo/la comunidad, no (como en
Europa) existencialmente externalizada en edificios, monumentos, libros, “los
artefactos de la civilización”; de tal modo que, en cierto sentido, las
sociedades africanas realmente aparecieron a los observadores europeos como
“sin cultura”, porque no había signos externamente visibles de una
“civilización”. El contemporáneo Próspero no podía entender que la danza era la
arquitectura africana, ni que la historia fuera recitada en lugar de impresa.
(Brathwaite, K. 2010, 66-67)
Ya en su tesis doctoral Brathwaite se religaba con la
tradición caribeña de apropiaciones de La
tempestad: sus fuentes eran, además de los textos de Octave Mannoni, Frantz
Fanon, George Lamming y Aimé Césaire, los estudios africanistas del alemán
Janheinz Jahn, el traductor y popularizador de las figuras de “Próspero y
Calibán” en sus lecturas de la Negritud. Al considerar en particular el
problema de la expresión, fundamental “para los antillanos que hoy buscan su
propia identidad” (2010, 53), Brathwaite se afiliaba de lleno con los planteos
de Lamming y Césaire respecto de la lengua de Próspero como simultánea
‘prisión’ y vía de descolonización de Calibán, en sintonía con la lectura
crítica ofrecida por Jahn en su Geschichte
der neoafrikanischen Literatur. Eine Einführung de 1966 (traducida al inglés como A History of Neo-African Literature:
Writing in Two Continents en 1968). Para Brathwaite, la figura de
Calibán/el esclavo, según esta era apropiada por la literatura africana y
afrocaribeña, condensaba de modo ejemplar el problema de la autonomía en
condiciones de dependencia tanto como la posibilidad de autoafirmación
cultural, porque, en efecto, “[F]ue en la lengua donde quizá el amo aprisionó
más exitosamente al esclavo, y fue en su (mal)uso de esta donde quizá el
esclavo se rebeló más efectivamente” (2010, 97-98).
En el contexto
latinoamericano, la obra poética de Brathwaite, contemporánea a la escritura de
estas reflexiones, ha recibido cierta atención desde la conocida referencia del
cubano Roberto Fernández Retamar en su ensayo Calibán, originalmente publicado en la revista Casa de las Américas en 1971 y el cual se religa con el poema
homónimo de Brathwaite. Sin embargo, la labor del escritor barbadense como
crítico literario y cultural, editor e historiador apenas ha sido aproximada
desde el Cono Sur,[5] aunque se
trata de la zona de su obra donde ciertamente despunta su mayor iconoclasia.
Nadi Edwards (2007) ha distinguido dos períodos en la crítica de Brathwaite,
también observables en su labor historiográfica: luego de una escritura más
convencional desde sus inicios hasta principios de los 70, un movimiento hacia
la arqueología y la genealogía cultural –los ‘estudios culturales’–. En efecto,
el ya reconocido poeta, quien desde sus comienzos mantuvo una postura
descolonizadora y desafiante respecto de los modelos impuestos, independiza su
estilo de las normas académicas y su escritura deviene entonces, como bien
destaca Edwards, “cada vez más idiosincrática, caracterizada por una invención
virtual de su campo conceptual, pues Brathwaite crea términos, categorías,
series de relaciones y modelos estructurales” (2007, 6)[6]. Crítica
cultural, poesía e historia se retroalimentan así para forjar, a través de un
proceso de invención epistemológica que aporta conceptos clave como el de nation language, un discurso que
traspasa fronteras disciplinares mientras proyecta una visión integradora del
Caribe, región hasta entonces balcanizada en sus diversas áreas lingüísticas.
El contexto, cabe advertir, era a su vez propicio: evocado por Brathwaite como
una “Revolución Cultural”, bajo el influjo de la Revolución cubana, el “Black
Power” y las organizaciones de Derechos Civiles surgidas luego del asesinato de
Malcolm X en 1964, una etapa marcada por
la creación –junto con el trinitario John LaRose y el jamaiquino Andrew Salkey–
del Caribbean Artists Movement (CAM) en 1966, la visita del Emperador de
Etiopía Haile Selassie –Rey de los Rastafari– al Caribe y del trinitario
Stokely Carmichael a Londres (1967), los ‘motines’ de Walter Rodney en Kingston
(1968) y la voluntad del propio poeta por renombrarse a sí mismo como Kamau, al igual que tantos otros
afrodescendientes que reivindicaban la obliterada ascendencia africana.[7]
“Llamame X [...] el hombre sin nombre. Más exactamente, el
hombre a quien le han robado el nombre”, decía, en la estela de Malcolm X, el
Calibán de Césaire (1976 [1969], 328). Brathwaite, quien también reedita este
discurso de revuelta, inundando de x
su escritura –desde el título mismo de X/Self
(1987), poemario que cierra su segunda trilogía– abogará por la descolonización
lingüística en todas las zonas de su obra. El re-bautismo del poeta se
corresponde, en efecto, con una operación general de re-nominación: para ello,
Kamau se abastece, por un lado, de figuras, motivos y términos de la tradición
afroantillana (el hounfort, por
ejemplo, pasará a definir el poder religioso, la creatividad y la resistencia
de la cultura popular); por otro lado, recurre a neologismos y ‘calibanismos’,
como los llamará en las “Notas” incorporadas a Sun Poem (1982), el segundo libro de su segunda trilogía poética.
Como precisa Edwards (2007), junto con la tarea de nombrar, el desarrollo de
taxonomías caracteriza este período en que los ensayos de Brathwaite convergen
con su poesía (teoría con praxis) en la expresión de un “intransigente
no-inglés” que ya en “Presencia africana en la literatura del Caribe”
(1970-1973) el escritor denomina nation
language, anticipando su maravilloso despliegue de la categoría en
“Historia de la voz” de 1984.[8]
En abierta oposición a las normas científicas, mientras
neologismos como nam invadirán su
escritura académica,[9] las
figuras shakespearianas de La tempestad
se incorporarán de lleno a sus estudios historiográficos. Un caso paradigmático
en este sentido lo constituye “Caliban, Ariel and Unprospero in the Conflict of
Creolization: A Study of the Slave Revolt in Jamaica in 1831-32”, la
intervención de Brathwaite en el Congreso “Comparative Perspectives on Slavery
in New World Plantation Societies”, organizado por la Academia de Ciencias de
Nueva York en 1976. Si aquí, por un lado, en cuanto historiador, Brathwaite se
ajusta a la propuesta interdisciplinaria del encuentro, por otro, es evidente
que su estilo se distancia de modo radical de las convenciones académicas,
desde la misma mención, en el título, a los personajes shakespearianos, en
especial al rebautizado “Impróspero”, y la inserción de un epígrafe de La tempestad. La tendencia figurativa,
observable ya en aquellos ensayos que expandían su estudio de la criollización
–como Contradictory Omens: Cultural
Diversity and Integration in the Caribbean (1974), editado por su propia
editorial Savacou–, resulta a las claras más discordante en un texto que es
presentado por el mismo autor como un “informe histórico sobre la revuelta de
esclavos de 1831 en Jamaica” (1977a, 41). Aun así, Brathwaite explica su
objetivo deliberado de ofrecer una percepción
prismática, no lineal, abastecida de “collage, metáfora, fuentes no
archivísticas”, ya que:
la sociedad y la historia del Nuevo Mundo,
basadas en el enigma de los amerindios e implicando culturas inmigrantes de
paradigmas esencialmente diferentes, conectadas a través de la violencia y los
auto-conceptos que denominamos racismo, y las ordenaciones del colonialismo […]
necesitan su surrealismo (o sourealism)
para expresar lo mejor posible la extraordinaria complejidad de lo que llamamos
criollización (Brathwaite, E. K. 1977a, 43).[10]
Además de iniciar su exposición, como dijimos, con una
sugerente cita de La tempestad,[11]
Brathwaite se dedica entonces a elaborar toda una tipología de ‘personalidades creole’ (comparables con otras del resto
del Caribe) al momento de la revuelta, a partir de las figuras shakespearianas
y del imaginario afrocaribeño que, como poeta, ha explorado desde sus
comienzos: además del “mulato cultural” Ariel (“producto ambiguo” de la plantación), Alonso (la presencia
metropolitana, a veces el Parlamento inglés) y Gonzalo (“el filósofo
metropolitano en los trópicos” o el mismo movimiento antiesclavista), están:
Próspero e Impróspero; Quashie/sambo, Calibán
(el rebelde en potencia o el esclavo de la casa), Tacky (el rebelde), Ananse
(el embustero consciente), Kwesi (el hombre-anancy que ha pasado a creer sus
propios engaños);[12] el
cimarrón; Sycorax, el predicador nativo o Obeah, sugiriendo una alternativa al
sistema. (1977a, 43)
La investigación de la
rebelión de esclavos, que se vale de variadas fuentes de archivo, se acompaña
así de un discurso descolonizador
plagado de neologismos, metáforas y referencias afro-creole. La singular operación de Brathwaite se fundamenta y
refuerza, además, en su “Comentario” en otra mesa de discusión: “Problemas de
investigación e implicancias para la sociedad contemporánea”, donde emergen
nuevamente las figuras de La tempestad
para criticar ahora los “estudios metropolitanos, llevados a cabo por descendientes
[...] de Próspero” que evitan el contacto con el “esclavo Calibán y/o los
detalles de su vida sumergida, surrealista [sourealistic] y creativa” (1977b,
610). Para Brathwaite, solo “los descendientes de Calibán”, una vez
alfabetizados, han ofrecido, por el contrario, una perspectiva más cabal de “la
cultura de Calibán”, el fenómeno de la criollización y las sociedades
cimarronas, cuya relevancia –advierte– es aún desconocida, ejemplos son la obra
de W.E.B. DuBois o C.L.R. James, Eric Williams y Elsa Goveia en el Caribe
(1977b, 610). En uno de los pasajes más ilustrativos tanto de su sensibilidad
como de su postura siempre desafiante, Brathwaite insta a los investigadores a
un continuo autoexamen, ya que los métodos tradicionales
pueden volverse una excusa o evasión del
reconocimiento del rostro dentro del archivo; o más bien, cuando nuestras
disciplinas tradicionales, con su origen en el libro, la celda y la vara de
Próspero, tienden a guiarnos a los archivos de los así llamados hechos (como este
Congreso, en efecto, ha tendido a hacer en exceso) y alejarnos de las vidas de
esa gente, la cual no se encuentra para nada registrada en los archivos
materiales. (1977b, 611)
Bajo la premisa de que “hay psique en el fósil y metáfora en
la enigmática máscara de la estadística”, la propuesta de Brathwaite implica
reemplazar la investigación individual y “monástica”, por una tarea “comunal”,
interregional, que uniese a “académicos de Próspero y Calibán” (1977b,
611-612).
El afán religador de la apropiación de las figuras
shakespearianas, en sí mismo una operación de criollización, [13] es
explicitado además en el estudio de la revuelta de esclavos por el propio
Brathwaite: “En la base de esta discusión se encuentran algunos símbolos (bien
conocidos) de La tempestad de
Shakespeare ya usados por varios escritores del Tercer Mundo...”, como precisa
en nota al pie: “Esta literatura incluye la obra de Jose Rodo (sic), Mannoni, George Lamming, Aime
Cesaire (sic) y Roberto Retamar. La
obra de Frantz Fanon también debería incluirse en esta categoría” (1977a, 44).[14] Amén de
las referencias bibliográficas aportadas, es muy probable que, especialmente en
el caso de Rodó, la mención fuera deudora de la lectura del “Calibán” de
Fernández Retamar,[15] donde el
cubano, como ya comentamos, se religaba a su vez con el propio poema “Caliban”
de Brathwaite aparecido en Islands.
En este sentido, Brathwaite prioriza la comunidad de usos ‘alternativos’ de las
figuras por sobre las posibles diferencias (las cuales, en el caso de Rodó y Fernández
Retamar, el cubano, como sabemos, subraya). El oído atento a las resonancias de
la lengua explica, a su vez, las asimilaciones creativas de Brathwaite: su
re-bautismo de Próspero, el plantador esclavista, como Unprospero [Impróspero];
su descripción de Ariel/Aerial (en
inglés: antena) como representante de la prensa liberal y los medios masivos,
“con frecuencia un esclavo educado o liberado abierto a la criollización
‘blanca’ y la tecnología” (1977a, 44). Pero además –como en otras ocasiones–,
Brathwaite reedita las ‘transformaciones’ simbólicas de su compatriota George
Lamming y destaca cómo una herramienta como el arado, ahora en el contexto
jamaiquino, deviene, al igual que en un pasaje de Los placeres del exilio sobre la Revolución haitiana, un símbolo de
los loa -espíritus del Vudú- que
anuncia la rebelión de Calibán (cfr. 1977a, 48).
El gran desvío de Brathwaite respecto de las anteriores
apropiaciones de las figuras shakespearianas despunta entonces con su rescate
de “Sycorax”, la madre de Calibán, en quien reside el nam o núcleo indestructible de la cultura africana a la que “el
rebelde esclavo/negro” retorna o con la cual se alinea en cuanto “herencia
ancestral cimarrona/sumergida” (1977a, 44). La figura de la “madre sumergida”
se vuelve clave desde la segunda trilogía poética de Brathwaite, iniciada con Mother Poem que se publica también en
1977 y donde esta aparece relacionada con Sycorax. Como categoría conceptual,
la figura había sido introducida, como se aclara en nota al pie, en el ya
citado Contradictory Omens,[16] y
refuerza el pensamiento integrador de Brathwaite, pues de su conocido dictum en este ensayo, “The unity is
submarine” (1974, 64), se deriva la idea de que son las corrientes sumergidas
las que afirman la unidad del Caribe.
En “Caliban, Ariel and
Unprospero...”, extrayendo “imágenes/conceptos” de informes y estadísticas, se
profundiza el análisis de las “Causas de la rebelión” y las variadas crisis:
“nam/ariel entre los esclavos”, “Próspero/Alonso”, “esclavo Ariel/Calibán”. En
la opción de Ariel, aclara Brathwaite, su versión se aparta de Shakespeare, en
cuanto lo encuentra aliado no solo con ‘Impróspero’ sino también con el liberal
Alonso, en un acto de rebeldía similar al de Calibán. La diferencia entre ambos
esclavos, empero, reside en los paradigmas a asumir –trampa fatal para Ariel,
que pronto adopta el rol de Impróspero–. Inclinado a la metrópolis, deviene el
asimilado o ‘sajonizado’ por antonomasia (Brathwaite, E. K. 1977a, 46-47).
Brathwaite ofrece aquí su lectura del tantas veces reescrito pasaje de La tempestad en que Calibán cuestiona la
legitimidad de Próspero: “Esta isla es mía, por Sycorax, mi madre, y tú me la
has robado...”;[17] ante el
amo que responde con estereotipos (mentiroso, violador), Calibán “se ve obligado
a lanzar el quid de la cuestión:
‘¡Que la roja peste caiga sobre ti, por haberme enseñado tu lenguaje!’”, una
reacción –observa Brathwaite– bien diferente a la de “Ariel/Aerial” [Antena],
“ya enamorado de ese lenguaje y comprometido con su tecnología de transmisión”
(1977a, 50).
Siguiendo esta particular
lectura prismática, es la visión poética la que ilumina, para Brathwaite, un
ejemplo histórico como el de Edward Jordon: mulato libre, hijo de un plantador
de Barbados y una “madre sumergida”, uno de los fundadores de The Watchman, el primer periódico
angloantillano dirigido por hombres de color, pero de mentalidad conservadora
“como Próspero” (1977a, 50-51). Frente a este “Ariel” está “el esclavo Ariel”:
el (también letrado) Sam Sharpe, diácono bautista sin obligaciones para con la
metrópolis (uno de los consabidos colonizados “ingratos”), líder de la rebelión
por la cual los esclavos se vuelven los “arados transformados de Lamming
–cañón: caníbal: calibanes”– (1977a, 52), mientras las barras y guiones, los
paréntesis, los dos puntos y los múltiples juegos fónicos poetizan el estilo
historiográfico de Brathwaite, atento a inventivas asociaciones que, en ensayos
posteriores, lo llevarán incluso a evadir la puntuación para acumular
significante tras significante, en pos de una cada vez más rica polisemia.
En la segunda parte del ensayo, bajo el heterodoxo título de
“Nam”, Brathwaite precisa que el esclavo, no obstante su posible conversión en
“Aerial”, es protegido de la “eurocriollización” por las fuerzas vivientes de
la cultura de Sycorax (“la leche de su madre y el cordón umbilical enterrado”).
Como el cubano Fernando Ortiz al acuñar el término transculturación, y cercano al “No soy un aculturado” del peruano
José María Arguedas, Brathwaite rechaza el concepto de acculturation e incluso interculturación, para proponer la noción
de criollización negativa/regresiva o nam para aquellos casos en que existe “una negación autoconsciente
a adquirir o ser influido por el Otro, y un deseo coincidente por replegarse
en, desenterrar, reconocer elementos en la cultura ancestral, cimarrona, que
preservan, o aparentemente preservan, la identidad particular del grupo”
(1977a, 54). Este fenómeno,
diferente por cierto de los ‘nacionalismos’ modernos, existe desde los inicios
de la plantación; se trata, según Brathwaite, de victorias basadas en
“improvisaciones creativas” sustentadas en las culturas sumergidas, y en cuanto
“tradición alternativa” obtiene
visibilidad en momentos de crisis y revueltas –Haití, 1802; Jamaica, 1831-1832;
Morant Bay, 1865; las Antillas inglesas 1937-1938– hasta la misma década del
70, cuando el “mabrak”[18] y la energía
negra (esa magia siempre extraña a Impróspero) ejerce su fuerza: vodun,
santería, shango, candomble, kumina en Jamaica –ejemplos de criollización nam–. A través de las
sucesivas “apariciones de Calibán”, Brathwaite constata que la criollización,
crecientemente afro, resulta un proceso regido por la marea [“tidal”] y no lineal o “progresivo” –de
lo negro a lo blanco– (1977a, 57).
Por último, el barbadense ofrece otra conceptualización
clave para su imaginario poético, sus teorizaciones posteriores y su uso de las
figuras de La tempestad, en las que
Sycorax adquiere aún mayor relevancia.[19] Al igual que
en su contemporáneo ensayo “The Love Axe/l: Developing a Caribbean Aesthetic,
1962-1974” (Bim, 16, N° 61, June
1977), Brathwaite explora la forma de
las culturas africana y europea puestas en contacto en el proceso de
criollización. En su intervención académica, la cultura europea es incluso
definida como un “misil”, con sus estados-nación proyectiles, estratificados en
clases, “cabezas de misil” del gobierno/de la monarquía, aristocracia
(guerrera/militar), y “cámaras de combustible burguesas y
proletarias/campesinas...”; de allí sus íconos simbólicos: fusil, cañón,
rascacielos, etc., todos ellos adaptados al transporte, la transmisión, la
exploración, en busca de la “cultura cápsula receptora”. Es el “círculo” o la
“cápsula” lo que caracteriza a la cultura africana: introvertida, conservadora
del equilibrio, representada en el tambor o la choza circular. Con el poder del
misil, esta se transportó a América: el nam
pervivió, aunque muchas prácticas y creencias, explica Brathwaite, tuvieran que
sumergirse o secularizarse para ser aceptadas (1977a, 55-56).
Mother Poem,
publicado por Oxford University Press en 1977, evidencia su escritura en
paralelo con estas conceptualizaciones. Brathwaite explica en el Prefacio que
el poemario trata sobre su madre y Barbados, la “más inglesa de las islas
antillanas pero al mismo tiempo la más cercana (...) a África”; también es un
poemario sobre la esclavitud y sus efectos: el proyecto de su madre de una
tierra para sus hijos se ve “amenazado o destruido por la plantación, (…) los
hombres de su vida se han vuelto criaturas, a menudo agentes, del
dueño-mercader”. De allí la sequía de “Alpha”, el poema inicial, contraria a
las corrientes submarinas dadoras de vida y a la madre, que “llueve sobre la
isla con sus fuertes voces” (1982a, 5). En la segunda parte del poemario, la
figura materna se confunde con la isla misma y con la madre de Calibán: “Hex”
(“Hechizo”) se titula el poema en que la mujer que “canta torrentes” (“sings of
streams”) con una lengua llena de sonidos de percusión afroantillanos se revela
al yo lírico como “black sycorax my mother”. Depósito de la memoria ancestral,
“ella estruja las palabras y las vuelve maldiciones” (“she crumples words into
curses”) (1982a,47). Como Brathwaite precisa en las “Notas” del final, la
sección siguiente del poema es una apropiación de un canto africano de conjuro,
el cual en la última sección es ignorado por los hijos, esos niños encerrados
“en sus fábricas de escuelas” que solo escupen “palabras mitad-masticadas” y no
saben sino “alabar a dios, honrar al rey/ y traicionar a su propio país”
(1982a, 50). Porque la mujer, en situación de explotación (prostitución,
abandono, aborto), descubre, como Brathwaite medita en el Prefacio, “sus
recursos subterráneos (su nam)”,
expresado en los conflictos de “Nametracks”, sin duda uno de los poemas
principales. Se trata del enfrentamiento entre el nam, “el corazón de nuestro lenguaje-nación”, como se explica en
las “Notas”, y “la autoridad cultural imperial de Próspero”, en el poema: la
figura de O’Grady a quien la madre “maldice/ con el diente más tiburón de su
lengua” (“she curses upon him/ wid de sharkest toot o she tongue”) (1982a, 57).
Si Islands
inaugura la tematización del lenguaje, la segunda trilogía poética de
Brathwaite halla en la experimentación lingüística su motor;[20] ya en Mother Poem el “lenguaje-nación”
–fundado sobre el “bajan” (el
dialecto de Barbados)– se vuelve un instrumento central de descolonización. De
modo significativo, este es asociado con la lengua maldiciente (y mal dicha)
de Sycorax, y esta, a su vez, con el “provecho” (el “saber maldecir”) del
Calibán de Shakespeare, de acuerdo con su tan citada respuesta a Próspero: “You
taught me language, and my profit on’t / Is, I know how to curse”. El hijo,
pues, cuenta con una lengua de la cual aprender y esta comienza con un balbuceo
como búsqueda del man/nam (“Nametracks”), evocando tanto el circular
tambor (“muh/ muh/ muh/ me mudda/ mud...”) como las astucias lingüísticas de
Ananse. Sycorax introduce al hijo en un aprendizaje (“say man/ say manding/ say mandingo” (1982a, 57)) que implica un
‘desaprendizaje’ de la lengua prospereana de ‘O’Grady’ o su apropiación
creativa: “nomminit”, lanza repetidamente el yo lírico hacia el final, una
palabra que en “nation language”, según las “Notas”, significa “dominación
cultural”, “el engullirse el nombre (del otro)” (1982a, 121); en el proceso, el
hijo ha descubierto su verdadero nam(e),
la identidad africana sumergida (1982a, 64).
Al igual que en la prosa ensayística de Brathwaite,
aclaraciones y glosarios contrapesan, como se ve, el hermetismo que puede
resultar del extrañamiento o “calibanismo” lingüístico. Porque es la vocación
de transmisión y el sentido comunitario del quehacer artístico lo que
caracteriza asimismo la escritura del barbadense, aunque su segunda trilogía
adquiera un tono más íntimo explorando la historia personal y la infancia del
poeta. En Sun Poem (1982b), el
segundo poemario ahora dedicado a la figura del padre y las genealogías de
hombres menores descendientes de esclavos, como la suya propia, Brathwaite
incluye otra vez “Notas” para acompañar la lectura, especialmente de aquellos
poemas más cargados de referencias históricas o con resonancias más opacas. En
las “Notas”, por ejemplo, el poeta especificará que “son”, además de “hijo” en
inglés, es la canción popular cubana, aclaración que evidencia el afán
religador y aun pedagógico de su diccionario, dirigido no solo a lectores
foráneos sino también a sus congéneres caribeños, tal como consignan las
“Notas” al tercer poemario X/Self, y
aunque las “Notas” pudieran paradójicamente sugerir, a pesar suyo, “que la
poesía es tan oscura en sí misma que debe ser iluminada; tan coja, que necesita
muletas; y (más hiriente aún) que es libresca, académica, ‘historia’”
(Brathwaite, E. K. 1987, 113).
Sin lugar a dudas, Brathwaite es “el historiador como
poeta”, según la acertada y temprana caracterización de Édouard Glissant en el
Carifesta de 1976 celebrado en Kingston, y donde el martiniqueño se afiliaba
con la preocupación general por la historia de sus colegas anglófonos (Lamming,
Walcott, Naipaul, Baugh). Ese interés por la historia era resultado lógico de
un mismo afán descolonizador que religaba a los escritores y, en efecto, las
intervenciones de Brathwaite y Glissant explicitaban sus afinidades. En el
mismo Carifesta Brathwaite presentó por primera vez su “sociología del lenguaje
nación”, germen de su “History of the Voice. The Development of Nation Language
in Anglophone Caribbean Poetry” (1984), y allí el nation language en cuanto uso reactivo de la lengua era relacionado
con las teorizaciones de Glissant en “Free and Forced Poetics” (1976):[21]
Para el autor del artículo es la lengua de los
esclavizados. Para él, el lenguaje nación es una estrategia: el esclavo es
forzado a usar un cierto tipo de lenguaje para disfrazarse, para disfrazar su
personalidad y conservar su cultura. Y define ese lenguaje como una “poética
forzada” porque es un tipo de, si se quiere, lenguaje prisión. (Brathwaite, K.
2010, 129)
La “poética forzada” no es
en verdad equivalente al lenguaje nación de
Brathwaite, pues en cuanto “contrapoética” esta inventa una expresión colectiva y liberada, evidenciando “una
actual imposibilidad de expresarse verdaderamente” –solo a futuro, quizá,
devendría una poética “natural”– (cfr. Glissant, É. 2005 [1981], 273).
Brathwaite, no obstante, minimiza las diferencias. La voluntad de integración
impera y, como categoría estética descolonizadora, el nation language responde a la urgencia por “crear nuestras propias
Autoridades” y “modelos perceptuales”, puesto que “no tenemos las sílabas, la
inteligencia silábica, para describir el huracán, que es nuestra propia
experiencia, mientras que podemos describir la experiencia ajena importada de
la caída de la nieve” (Brathwaite, K. 2010, 121). De allí su conocido dictum “el huracán no ruge en
pentámetros” (Brathwaite, K. 2010, 123) y la propuesta de quebrar la linealidad
de su marcha ‘misilística’ con la síncopa del “Calypso”, el ritmo de los
tambores africanos, las voces, los sonidos y los ruidos nativos que constituyen
el nam del lenguaje nación.
Pero el lenguaje
nación, aclara Brathwaite, tampoco debe entenderse como el mero recurso de
la lengua vernácula o un manejo particular del ritmo. Se trata más bien –y aquí
oímos al “crítico como poeta”– de la presencia orgánica de Calibán que debe moldear “la forma misma y el espíritu
de los poemas”; no constituir un recurso ancilar, como en “la corriente
dominante”, por ejemplo, la obra del jamaiquino John Figueroa, donde "el
elemento ‘clásico’, incluso prosperiano
–la parte mayor del poema– está en Inglés” mientras “el resto marginal,
aquel de la voz y el estatus de la ayudante doméstica, la esclava de la casa, la hermana de Calibán, está en nación, pero
en una nación todavía pegajosa y cargada por la interposición del dialecto”
(Brathwaite, K. 2010, 153). Las expresiones genuinamente ‘nation’, por el
contrario, rubrican para Brathwaite la conquista de una autonomía cultural:
“Las palabras rítmicas de Bob Marley y Oku [Onuora] se han convertido en
Autoridades para lingüistas” (2010, 166).[22]
De modo significativo, la figuración de esta conquista como
una victoria de Calibán amplía su alcance al de un sistema caribeño, según se
deriva de las apropiaciones de Brathwaite y tantos otros escritores
contemporáneos. Glissant, en “El paisaje cubano”, un texto escrito al retornar
del Carifesta celebrado en Cuba en 1979, señala precisamente el carácter
integrador del “tema de Calibán”: “ha conmovido de manera sorprendente a los
intelectuales antillanos: Fanon, Lamming, Césaire, Retamar”; el tema suscita
para el martiniqueño “encuentros y desencuentros entre estas tres necesidades:
la lucha de clases, el surgimiento o construcción de la nación, la búsqueda de
identidad colectiva” (2005 [1981], 252). Para Brathwaite, estas necesidades
implican sobre todo la desalienación lingüística y epistémica, eje fundamental
desde el cual lee La tempestad: “Si
Calibán en lugar de aprender a blasfemar en pidgin hubiera escuchado la voz de
su madre…” escribe en “Caribbean Culture: Two Paradigms” (1983, 35). Poco
después, las figuras shakespearianas le sirven a su vez para comentar, en el Caribbean Quarterly, la edición bilingüe
(francés-inglés) de Un arc-en-ciel pour
l'Occident chrétien del haitiano René Depestre, cuyo “nègre-tempête”
refiere para Brathwaite de modo obvio al drama de Shakespeare. Partiendo de la
idea de que “el lenguaje, como todos los (ex-) colonizados saben, es el gran
problema/monstruo de Calibán. Cómo escapar a lo que Próspero/Miranda enseñaron.
Cómo renombrar. Y renombrar con resonancia orgánica y simbólica”, Brathwaite
sostiene que Depestre, amén de sus buenas intenciones, sucumbe a los parámetros
europeos, al igual que gran parte de los francófonos surrealistas (1984, 46).
En cierta forma, Brathwaite lee a Shakespeare más
atentamente que sus precursores, pues distingue la perspectiva de Próspero
sobre el lenguaje de Calibán de la propia expresión del esclavo en sus
diálogos, para observar que “los versos más hermosos en toda la obra” están en
boca de Calibán (Mackey, N. 1995, 16);[23] podemos
citar, aquí, el pasaje del Acto III (escena 2) que comienza “The isle is full
of noises…”, cuya poeticidad pervive aun en su traducción en prosa:
La isla está llena de ruidos, sonidos y aires
dulces, que deleitan y no hieren. A veces mil instrumentos vibrantes zumban en
mis oídos y otras son voces que, si me he despertado luego de un profundo
sueño, me adormecen de nuevo; y entonces, soñando, parecerá que las nubes se
abren, para mostrarme riquezas prontas a caer sobre mí, tan así que al
despertar, lloro por volver al sueño. (Shakespeare, W. 1988, 1181)
Es, en efecto, a través de
los ruidos y sonidos nativos –el lenguaje sumergido de Sycorax– como se escapa
de la hegemonía lingüística de Próspero/Miranda. Por ello aun pasada la
“Revolución Cultural”, el boom de la poesía dub
y el nation language –ese período de
rebelión creativa interrumpido con el avance de la “Política Conservadora” y
cuyo final, para Brathwaite, estuvo marcado por el asesinato de Walter Rodney
en Guyana en 1980 (cfr. Bonfiglio, F. 2010, 195)–, Calibán seguirá apareciendo
en las “Notas” a X/Self como “símbolo
anti-colonial/del Tercer Mundo de la revuelta cultural y lingüística” (1987,
116). Poco queda, a mediados de los años 80, de la esperanza de redención de
sus primeros libros, o quizá se acentúe un sentido de frustración siempre
acechante. Pero Brathwaite se propondrá todavía nuevas maneras de “crear
X/SELF: una literatura de subdesarrollo subversivo: de MAMMON de IMPRÓSPERO: a
su opuesto creativo: NAM, SYCORAX, MABRAK” (1995, 238), tal como afirma en
“Metaphors of Underdevelopment: A Proem for Hernan Cortez” (1985),[24] texto que
anticipa su estilo transgenérico de los años 90, en cuanto constituye
simultáneamente un ‘proemio’ a X/Self
y un ‘proema’ que lo explica. Aquí mientras reedita las figuras (ya caribeñas)
de La tempestad, Brathwaite
adscribirá su estética, en cuanto “contrapunto” de realidad (historia) y
ficción, a aquella del realismo mágico.
Si, por un lado, la visión
‘mágico-realista’ forma parte del legado con el cual el poeta barbadense se
afilia desde el inicio –era en el Cahier
d’un retour au pays natal (1939) de Césaire donde por primera vez los
antillanos experimentaban esa “surrealización de la experiencia” (Mackey, N.
1995, 16)–, ahora Brathwaite asocia el trastocamiento temporal de su poesía con
su “sentido de la historia y de la historia caribeña” y con la producción de
García Márquez (Smilowitz 1991, 78). En “Metaphors of Underdevelopment”, el
poeta anticipa que X/Self explora las
causas de “la muerte de los amerindios, el holocausto de la esclavitud, el
nacimiento de tom y calibán” remontándose al imperio romano, a los inicios del
expansionismo y del mercantilismo, y al surgimiento de MAMMON –símbolo del
dinero– (1995, 233-234). Para Brathwaite, la ‘condición’ de la literatura
caribeña –una literatura de catástrofe–
tiene su raíz en el imperio original “del cual fluyen las metáforas de nuestro
lenguaje público y oficial” (1995, 238). Y, en efecto, “Arde Roma/ y comienza
nuestra esclavitud”, será uno de los refranes de X/Self.
En el poema introductorio, “Letter from Roma”, un yo lírico
presuntamente histórico de los tantos que allí circulan, hijo de un
conquistador, recibe las misivas del rey-emperador y se convierte en
“gobernador de las trece provincias” (1987, 1) –posible alusión a las “nuevas”
colonias del imperio estadounidense–. Regido por los anacronismos de una
imaginación alegórica y sumamente libérrima, el poema inserta nombres
históricos poco familiares, descontextualiza figuras, distorsiona referencias
clásicas, pues –como explica Brathwaite en “Metaphors…”–, “se supone que el
calibán colonial se confunde...”, pero “a medida que el poema se desarrolla,
empezamos a educarnos, o más bien des-educarnos del sentido de estos
nombres/palabras y les proveemos –como haría el calypsoniano– de relevancia
metafórica...” (1995, 241). Porque la historia del Caribe, ahora más cabalmente
aprehendida en relación con la de Oxidente,
como escribirá Brathwaite luego, en una sorprendente correspondencia con el
peruano César Vallejo,[25] resulta
de su propia formación intelectual: X/Self
–dice el historiador/poeta– “es una Calibanización de lo que he leído, de las
cosas que dieron forma a mi crecimiento en el sentido de las ideas” (Mackey, N.
1995, 15).
De allí la lógica ‘onírica’ del imaginario descolonizador
del libro. Roma, en efecto, “arde” por todo X/Self
como metáfora del imperio que pervive, ahora a través de los Estados Unidos:
así, mientras el poema “Nix” establece que la nariz de César se parece a la de
Nixon (“This caesar has a nose like richard nix”) (1987, 14), en “The fapal
state machine” aparecen ya los variados rebeldes ‘criollos’ que enfrentarán esa
máquina estatal (fatal + papal): “tupac amaru II” junto con el
“joven calibán bramando por su lengua” (1987, 21). Calibán volverá a aparecer
entre las rimas populares que anuncian de modo anacrónico la caída del imperio
en “Song Charlemagne” a través del: “london bridge is fall/ in down fall// in
down” que al final deviene: “london bridge is fall/ en down// ban ban caliban”
(1987, 27), reenviando simultáneamente a Shakespeare y al primer poema de
Brathwaite dedicado “Caliban” en Islands.[26] A su vez,
en “Aachen”, el yo lírico, un moribundo Carlomagno, profetiza la caída del
imperio y, entre “barcos negreros” ve a “sycorax la bruja negra de un pequeño
hotel” (1987, 29). Junto con la recurrencia de líderes antillanos y del “Nuevo
Mundo” (L’Ouverture, Martí, Mackandal, Garvey, Malcolm X, Luther King, Rodney,
y tantos más), los propios símbolos de la poesía de Brathwaite (también sus
imágenes “misilísticas” y “circulares”) se mezclan con referencias y citas de
escritores como Jean Rhys, Naipaul o Walcott, guiños a la poesía dub o al
reggae de Marley (“i just can’t get/ up stand/ up stand/ up for i rights bob”
(1987, 67). Los montajes mágico-realistas dejan en evidencia las inequidades
del mundo moderno, mientras la jerga marketinera y de la economía neoliberal
acentúa la crítica de la comercial cultura de masas que vende estrellas pop
afroamericanas como Tina Turner mientras África es devastada.
Aun así, emergerá el “Nam”: los versos finales de este poema
anuncian elevaciones e incendios y la rebeldía del sujeto ‘calibánico’ del
siguiente poema, “X/Self’s Xth Letters from the Thirteen Provinces”, cuyo
título lo identifica con el yo lírico de todo el poemario (X/Self)
y donde Brathwaite retorna a las figuras shakespearianas.
Ahora “X/Self”, irónico y burlón, evoca con
su “ceceo” del título al pícaro Ananse
(quien en el folklore jamaiquino habla con un ceceo), y sus
‘licencias’ –en nation language– se corresponden con los
nuevos tiempos pos-revolucionarios y tecnologizados del mundo pos-industrial,
pues el poema se lee como un correo electrónico enviado a su madre desde las
“trece provincias”. La rebeldía –ajena ya a toda utopía revolucionaria–, es
proyectada como práctica de resistencia, en cuanto apropiación creativa de la
más moderna herramienta de Próspero: la computadora. El poema comienza:
Dear mamma
i writin you
dis letter/wha?
guess what! pun a computer o/kay?
like i jine de mercantilists!
well not
quite! (Brathwaite, E. K. 1987, 80).[27]
Como el yo lírico aclara, el apoderamiento de la computadora
no implica aliarse con “los mercantilistas” sino beneficiarse de sus inventos,
igual que ellos lo hicieran robándose la pólvora de la china o nuestros blues. La computadora es “una de las
mejores cosas desde Cicerón” (“one a de bess tings since cicero”), mucho mejor
que la vieja Remington de su madre (“dat ole/ remmington”) que obligaba a
corregir con “white liquid paper” (Brathwaite, E. K. 1987, 81). Mientras la
alusión a Cicerón enfatiza las posibilidades “oratorias” (orales) de la
computadora –lo cual en las revisiones posteriores del poema se volverá más
explícito– el procesador es una caja con poderes mágicos –“dis obeah blox” la
llama X/Self– que facilita la experimentación y promueve los juegos
ortográficos: en efecto, el uso del “nation language” y la calibanización
lingüística, sumados a las asociaciones libres y “errores” del hablante, tornan
el poema intraducible.
“¿desde cuándo puedo
tipear?” (“since when i kin/ type?”) se pregunta el yo lírico, asombrado de sus
propias capacidades. No puede bailar sobre el teclado (“pun de key/ boards”, énfasis mío) como “charlie/ chap” (lin) o
“bo/jangles” (el bailarín de tap) pero ‘hace destrozos’: “but i/ mwangles!”
(Brathwaite, E. K. 1987, 83): como se ve, el poema se inunda de “puns” (desde
el tercer verso: “pun a computer”)
que calibaniza la preposición “upon” (sobre) para aludir a los puns: juegos de palabras. En la segunda
parte del poema, X/Self reflexiona sobre su propio nombre “x”, cuyo verdadero
sentido desconoce, pero al igual que con la lengua de Próspero y la
computadora, enfatiza su función autónoma, asertiva (y colectiva):
learnin
prospero linguage &
ting
not fe
dem/not fe dem
de way
caliban
done
but fe we
fe a-we
(Brathwaite, E. K. 1987, 85).
Como señala
Torres-Saillant, el yo lírico se niega a una autodefinición derivada de la mera
oposición a Próspero (1994, 700) o el viejo ‘modo’ de Calibán, quien aprende el
lenguaje para maldecir en función de un “ellos” (“fe dem”) y se adueña de la
nueva herramienta para un “nosotros” (“fe we”). No interesa, al fin y al cabo,
si Próspero, quien se vincula en las “Notas” tanto con la figura shakespeariana
como con el “O’Grady” del anterior Mother
Poem, es ahora “maldecido” por su propia tecnología: el cursor –explotando
el pun: “if prospero get curse/ wid im own/ curser” (énfasis mío)–. X/Self persigue “el mejor modo de decir”
(“what is de bess weh to seh so”), y Brathwaite pone en boca de su nuevo
‘Calibán’ la constante búsqueda de una ‘escritura ritual’, nunca del todo alcanzable: “a cyaan get nutten// write// a cyaan get nutten really/ rite”.
Los versos finales enuncian –y anuncian– un nuevo programa
de ruptura, que será en efecto explorado en la producción de Brathwaite
posterior: una escritura que intenta recuperar, tanto en verso como en prosa,
la potencia de la oralidad, paradójicamente, mediante la profundización del
aspecto visual. X/Self resacraliza la tecnología de Próspero y se proyecta como
un escultor ancestral que, en la pantalla, “escribe en luz”:
yet a sittin
down here in front a dis stone
face/eeee
lectrical
mallet into me
fist
chipp/in dis
poem onto dis tablet
chiss/ellin
darkness writin in light
(...)
why is
dat?
what it
mean? (Brathwaite, E. K. 1987, 87).[28]
Desde los años 90, el poeta se autofigurará como el gran
nigromante de las computadoras y simbolizará en Sycorax su renovada alter/nativa:
su sycorax video style, asociado por
el propio Brathwaite con un trágico “tiempo de sal”.[29] El nuevo
estilo explota las posibilidades tecnológicas y se remonta a su vez al arte
africano, donde el escultor esculpe mientras canta dado el fuerte componente
visual de la tradición oral y el poema, como una escultura, se vuelve
“esqueleto de la canción”; se trata de “crear esculturas de palabras en la
página, y canciones de palabras para el oído” (Brathwaite, K. cit., en Rigby,
G. 1994, 708-709).
Variados formatos, fuentes y tamaños de letra, junto con dibujos
y símbolos creados por el poeta en su computadora Mac, servirán a su expresión,
especialmente en textos ensayísticos e incluso de origen “académico” como los
dos imponentes volúmenes de MR/Magical
Realism (2002). Allí, las formas de la exposición, la autobiografía y la
biografía literaria, el reportaje y la entrevista, el poema en verso y en prosa
se entremezclan con recortes periodísticos, gráficos, fotografías y el remedo
de ‘hipertextos’, en un intento general de subversión de la lectura[30] que,
apuntando a una dimensión jeroglífica, acentúa el vanguardismo contra la estandarización
de la escritura académica y del inglés (homogéneo y homogeneizante) favorecido
para su divulgación en cuanto lengua de la globalización por antonomasia.
Es, nuevamente, en estas prosas
transgenéricas donde se encuentra la apuesta más disruptiva del historiador y crítico como poeta, ahora
en la era ‘post-modem’ del neocolonialismo, “neoProspero/neoTempestad”, y ante nuevas crisis como el
“asesinato de las Torres Gemelas del WTC en Manhattan & la Guerra Talibán/Calibán
en Afganistán” (2002, I, 213). Lejos de fetichizar la oralidad, el “estilo
video sycorax” profundiza el ejercicio de descentramiento y
desmonumentalización (tanto de lo oral como de lo escrito) desplegado, como
hemos observado, especialmente desde los años 70, en que la eficacia del nation language, en cuanto ‘cimarroneo’
y forma de resistencia, vuelve al lenguaje irreductible a las lenguas y
epistemes hegemónicas.
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[1]
Cito de la versión de José Luis Rivas, de la edición bilingüe de Omeros (Barcelona, Anagrama, 1994, p.
99). Rivas mantiene Will
(“It´s that Will you inherit”) por William Shakespeare, nacido, como se sabe,
en Stratford-upon-Avon, Warwickshire.
[2] Ya en textos tempranos Brathwaite propone la noción de
‘alternativa’ como una categoría estética/ cultural. Luego, cuando profundice
el uso creativo de las grafías, escribirá alter/nativa o alter/nativa.
[3] Islands estuvo precedido
por Rights of Passage (1967) y Masks (1968). Los tres poemarios fueron publicados en un solo volumen,
titulado The arrivants. A New World
Trilogy en 1973 (London: Oxford University Press). Brathwaite retornará de
modo recurrente a la figura de Caliban; existe otro poema posterior titulado
“Calibán” en el libro que obtiene el premio de poesía Casa de las Américas en
1976: Black + Blues, publicado en
español, con traducción de David Chericián, al año siguiente.
[4] La tesis, con la que Brathwaite obtuvo su doctorado por la
Universidad de Sussex, fue publicada por Clarendon Press en 1971. Sin embargo,
el capítulo mencionado “The Folk Culture of the Slaves in Jamaica” fue editado
el mismo año de 1968 en forma de folleto por New Beacon Books. Citamos de
nuestra propia traducción del texto en el volumen La unidad submarina (Buenos Aires, Katatay, 2010).
[5] Probablemente esta vacancia se deba aún a la falta de
traducciones de su obra ensayística; además de “Presencia africana en la
literatura del Caribe”, que integra al volumen editado por Manuel Moreno
Fraginals África en América Latina
(París-México, UNESCO-Siglo XXI, 1977), existen unas pocas traducciones de sus
textos críticos e historiográficos, de mi autoría. Junto con el ya citado (ver
nota 4) “La cultura popular de los esclavos en Jamaica” e “Historia de la voz.
El desarrollo del lenguaje nación en la poesía caribeña anglófona”,
incorporados al libro La unidad submarina
(2010), he traducido el artículo “Caribbean critics” (1969) para el Dossier
dedicado a Brathwaite en el número 7 de Katatay.
Revista crítica de literatura latinoamericana (septiembre 2009): 44-50.
[6] De aquí en más, las traducciones de los textos me
pertenecen, a menos que cite de versiones existentes en español, según se
consigna en la bibliografía final.
[7]
Brathwaite adoptó el nombre africano de Kamau en una ceremonia celebrada en
Kenya, en oportunidad de su visita a la Universidad de Nairobi en 1971,
invitado por Ngũgῖ Wa Thiong’O. El escritor
keniata fue a su vez uno de los africanos que se apropió de las figuras de La tempestad en algunas de sus obras, al
igual que los nigerianos Nkem Nwankwo y John Pepper Clark o el sierraleonés
Lemuel Johnson, entre otros.
[8] Cabe destacar que estos textos, junto con otros publicados
desde sus inicios como crítico literario en la revista Bim, obtuvieron el Premio Ensayo Casa de las Américas y fueron
publicados por la institución cubana con el título Roots, en su versión original en inglés, en 1986.
[9]
En la revisión de 1981 de “La cultura popular de los esclavos en Jamaica”,
Brathwaite explica en una extensa nota al pie que el concepto de nam fue desarrollado “en un continuo
esfuerzo por entender y encontrar palabras para nuestra particular/peculiar
experiencia caribeña”: “Nam es man [hombre] escrito al revés, un hombre
de incógnito: el estado del africano bajo la presión de la esclavitud: […],
disfrazado/sumergido a fin de sobrevivir. Pero una estrategia creativa, puesto
que nam es una forma de supervivencia
de name [nombre] (hay que despojarse
de la débil vocal final para presentar una armadura completa a la plantación/al
guetto). Mientras sobrevive el name/nam, la i/dentidad (la cultura)
sobrevive; […] Pero nam es también
una forma de nyam (“comer” en el
Caribe negro y en lengua Twi); también yam
[batata] (raíz, comida, con connotaciones religiosas: de allí festival yam) y onyame (Dios en Twi); y en otras lenguas africanas (y en el Caribe
en creole haitiano) la palabra misma significa/sugiere lo que he estado
diciendo: gravilla, núcleo, grano indestructible […] (2010, 65).
[10] La traducción de “sourealism” (sour + realism) sería
“realismo agrio”; mantengo el término original en que Brathwaite, como en
tantas otras ocasiones, juega con las resonancias del inglés, generando
instancias intraducibles.
[11] Se trata del
comentario burlón de Sebastián en el Acto II (Escena 1) sobre la percepción
utópica de Gonzalo, quien no encuentra en la isla sino posibilidades
maravillosas de explotación: “Creo que se llevará la isla en el bolsillo, y se
la regalará a su hijo como una manzana” (Shakespeare 1988, 1175).
[12] Anancy (Anansi, Kwaku Ananse) “el embustero” es uno de los
personajes principales del folklore de África occidental y el Caribe, se
caracteriza por su astucia y sagacidad; suele ser representado como una araña
(significado de ananse en lengua
Akan), un humano o, a veces, combinaciones de ambos. Brathwaite explora esta
figura desde su poemario Islands, en
“Ananse” (suerte de ars poética)
metaforiza al poeta, urdidor de palabras, y en “Caliban”, al final del poema,
este es asimilado a una araña. Cfr. mi análisis del poema en “Religaciones en
el Caribe: el “Caliban” de Kamau Brathwaite” en: Actas del Congreso Internacional “El Caribe
en sus Literaturas y Culturas”, Facultad de Filosofía y Humanidades, UNC,
Octubre de 2010.
[13] He analizado esta cuestión a través de la larga serie
latinoamericana y caribeña de apropiaciones de La tempestad con la que se afilia Brathwaite (mencionada enseguida)
en mi libro The Great Will/El gran
legado. Pre-textos y comienzos literarios en América y el Caribe (2020).
[14] Resulta curiosa la inclusión de Mannoni (autor francés de Psychologie de la colonisation (1950),
en inglés Prospero and Caliban) entre
los “escritores del Tercer Mundo”, dada su visión colonialista, fuertemente
repudiada por Césaire y Fanon, aunque Mannoni incluso hubiera residido en la
Martinica.
[15] El ensayo, al que Brathwaite pudo haber accedido en el
original, ya había sido traducido por The
Massachussetts Review en 1974 como “Caliban: Notes towards a Discussion of
Culture in Our America”.
[16] También, agrega Brathwaite, la figura había sido analizada
en reseñas críticas contemporáneas: la literatura angloantillana estaba llena
de “madres sumergidas” o borrosamente retratadas en segundos planos (cfr.
Brathwaite, K. 1977a, 61).
[17] Brathwaite reproduce casi enteramente esta intervención
clave de Calibán. Dado que el pasaje es de fácil acceso en su versión original
(en verso), ofrezco su traducción en prosa, que continúa: “Cuando viniste por
vez primera, me acariciaste, me respetaste. Me diste agua con fresas; me
enseñaste el nombre de la gran luz y el de la pequeña, que ilumina el día y la
noche. Y entonces te amé, y te hice conocer todas las cualidades de la isla,
los frescos manantiales, las cisternas salinas, los lugares yermos y los
fértiles. ¡Maldito sea por haberlo hecho! ¡Que todos los hechizos de Sycorax,
sapos, escarabajos y murciélagos caigan sobre ti! ¡Porque soy yo el único súbdito
que tienes, que fui rey primero! [...]” (Shakespeare, W. 1988, 1172-1173).
[18]
“Mabrak” de Bongo Jerry, es el título de uno de los poemas en lengua ‘rasta’
que integraron la controvertida antología de “Nueva Escritura” editada por
Brathwaite para el número doble 3/4 de la revista Savacou (1970-1971). Luego fue el nombre del grupo creado por el
percusionista Leroy Mabrak, originalmente miembro de Count Ossie & the Mystic Revelation of Rastafari, con quienes
Brathwaite realizó performances de
sus poemas en los años 70 (Cfr. Mackey, N. 1995, 27).
[19] Junto con este rescate de Sycorax y el reconocimiento del
papel de las mujeres caribeñas, cabe destacar que Brathwaite impulsó la
publicación, en 1977, del número 13 de la revista Savacou: Caribbean Woman,
primer volumen dedicado a la escritura de mujeres del Caribe anglófono.
Brathwaite fue además muy receptivo al cuestionamiento del patriarcalismo en La tempestad y al interés por
‘reescribir’ el drama desde perspectivas de género, como lo hicieron varias
escritoras, en especial desde los años 90 (Sylvia Wynter, Michelle Cliff,
Marlene Nourbese Philip, entre otras).
[20] Esto se acentúa además en la revisión de esta trilogía
para su publicación en un solo volumen, que apareció recién en 2001 con el
título Ancestors. A Reinvention of Mother Poem, Sun Poem and X/Self. (New York: New Directions).
[21] Se publicó en Alcheringa,
New Series 2:2 y luego se incluyó en El
discurso antillano: “Poética natural, poética forzada” es uno de los
ensayos más importantes del libro de Glissant.
[22]
Cabe recordar que Brathwaite, luego del polémico número de Savacou dedicado a la “Nueva Escritura” (cfr. nota 18), publicó en
1979 la antología New Poets from Jamaica,
incorporando la poesía dub de, entre
otros, Michael Smith y Oku Onuora, quien la definía como aquella construida en
ritmo reggae. En “Historia de la voz”, Brathwaite celebra todas las expresiones
nation que profundizan la
‘alternativa’ iniciada por la poeta jamaiquina Louise Bennett y continuada por
su propia obra.
[23] Shakespeare, recordemos, confiere a Caliban una expresión
poética –el característico verso blanco (pentámetro yámbico sin rima)–,
estableciendo así una significativa excepción respecto de la división
estilística general entre personajes nobles, que se expresan en verso, y
vulgares (Trínculo y Esteban) a los que les asigna la prosa. De hecho, el
“monstruoso” esclavo “salvaje y deforme”, solo se expresa en prosa cuando
aparece borracho y en compañía de Trínculo y Esteban.
[24] Apareció originalmente
en New England Review and Bread Loaf
Quarterly, 7:4 (1985), 453-476.
[25] El “mal asfaltado oxidente” de Vallejo aparece en Trilce, LVIII; Brathwaite escribe
“ox/-idente” en su ‘reinvención’ del poema “Occident” de Mother Poem para Ancestors
en 2001.
[26] La segunda sección del poema de Brathwaite (“And/ Ban/
Ban/ Cal-/ iban […])” constituye una asimilación explícita del final de la canción
de “libertad” (“Freedom, high-day!”) entonada por Caliban en el Acto II (Escena
2) de La Tempestad, luego de ser
embriagado por Trínculo y Esteban: “No more dams I’ll make for fish,/ Nor fetch
in firing/ At requiring,/ Nor scrape trenchering, nor wash dish./ ’Ban, ’ban, Cacaliban... (Shakespeare,
W. 1988, 1179, énfasis mío).
[27]
En un español estándar una posible traducción
sería:
“Querida mamá/ te escribo esta carta/¿qué?/
¡adiviná qué! ¡en una computadora!/
¡como si me uniera a los mercantilistas!// bueno, ¡pero no!
[…]
[28] Una posible traducción: “y aquí estoy sentado frente a
esta piedra/ de cara aaaa/l mazo eléctrico en mi/ puño// quebr/ando este poema
sobre esta placa/ cincel/ando la oscuridad escribiendo en luz// [...] ¿cómo/ es
eso?/ ¿qué significa?”
[29] Así definió Brathwaite este período en que se sucedieron
la muerte de su esposa Mexican en 1986, la destrucción de su casa jamaiquina (y
archivos) por el huracán Gilbert en 1988 y un episodio violento sufrido en su
departamento de Kingston en 1990. A su obra “post-catástrofe” corresponden,
entre otros, Shar. Hurricane Poem (1990),
The Zea Mexican Diary (1993)
–diario-tributo a su esposa–, Trench Town
Rock, Dream Stories, Barabajan Poems 1492–1992 (1994), ConVERsations
with Nathaniel Mackey (1999), Words
need love too (2000), y ‘reinvenciones’ de su obra previa, como los
poemarios que conforman su segunda trilogía
Ancestors y Middle Passages,
publicado en Inglaterra en 1992 y (con pequeñas variantes) en Estados Unidos en
1993, con una revisión de poemas, ahora re-escritos en “estilo video sycorax”.
[30]
En efecto, la distorsión de la letra (en diversos tamaños y fuentes), demanda
una lectura paciente que a veces obliga al lector a acercarse o alejarse del
libro (en formato A-4) para decodificar los mensajes.