Estudios de Filosofía Práctica e Historia de las Ideas / E-ISSN 1851-9490

Estudios de Filosofía Práctica e Historia de las Ideas / E-ISSN 1851-9490 / Vol. 26 / Sección Dosier
Revista en línea del Grupo de Investigación de Filosofía Práctica e Historia de las Ideas /
Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales (INCIHUSA)
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET)
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Presentación de Dosier
Figuraciones de Caliban: (re)lecturas y pliegues filosófico-culturales

Identificador ORCID del autor Carlos Aguirre Aguirre

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET);
Universidad Nacional de San Juan, Argentina.


Identificador ORCID de la autora María Rita Moreno

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET),
Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales (
INCIHUSA);
Universidad Nacional de Cuyo, Argentina.


En la novela El entenado (1983) de Juan José Saer el narrador —grumete, antropólogo y observante— cuenta retrospectivamente su experiencia con una tribu indígena que lo captura. Si bien el relato funciona como una pequeña muestra de las exploraciones en los territorios del Río de la Plata durante el siglo XVI, es también —de forma mucho más sugerente— una radiografía personal del poder cultural y material de los ritos antropófagos. Saer hace de una práctica ritual, asombrosa y terrorífica para el explorador occidental, un acto en merced al que los antropófagos inventan e instituyen un mundo del que no pueden ser expulsados. “La disposición de la carne en las parrillas, realizada con lentitud ceremoniosa, acrecentó la afluencia y el interés de los indios. Era como si la aldea entera dependiese de esos despojos sangrientos”, narra el entenado (Saer, J. J. 1983, 42). Todo lo que compone al banquete (carne humana, parrillas, jugos, sangre y hervores) constituye un pasaje transitado por el narrador para, finalmente, arribar a un entramado que, por un lado, conjuga la experiencia, la memoria y lo vivido; y, por otro lado, pone en vilo la representación que de sí mismo posee el entenado. La complejidad de tal entramado se corresponde con la complejidad de la lengua; una lengua, dice el narrador, “imprevisible, contradictoria, sin forma aparente. Cuando creía haber entendido el significado de una palabra, un poco más tarde me daba cuenta de que esa misma palabra significaba también lo contrario” (Saer, J. J. 1983, 121).

El entenado no puede traducir la lengua de los indígenas, pero sí escribirla e imitarla. En su escritura, registro que funciona a la manera de una bitácora de exploración, se pone de manifiesto el asombro: en ella emerge una lengua que aniquila las esencias y crea nuevas existencias. Este pliegue de la literatura argentina toca subrepticiamente la subversión que se ha colado en el hablar de Caliban, pronunciamiento que ha dado lugar a diversas figuraciones.

En 1611, en el siglo posterior al contexto donde Saer ubica la historia del entenado, William Shakespeare escribe y estrena la obra de teatro La tempestad. En ella aparecen los célebres personajes Próspero, Ariel, Miranda, Alonso, Sebastián y Caliban, entre otros. En la obra el dramaturgo ficcionaliza y expone simultáneamente una relación de dominio. La ficción shakesperiana, desde entonces, se convierte en un observatorio histórico-cultural impregnado por las tensiones características de la modernidad colonial.

En efecto, en La tempestad se escenifica un banquete que, aunque menos descriptivo que el presenciado por el personaje de Saer, posee una potencia figurativa que continúa resonando en Latinoamérica y el Caribe: Caliban le roba la lengua a Próspero, la devora convirtiéndose en protagonista de un banquete antropófago.

En la escena II del acto primero de La tempestad irrumpe Caliban, “un esclavo salvaje y deforme”, con una sentencia decisiva:

“— ¡Me habéis enseñado a hablar, y el provecho que me ha reportado es saber cómo maldecir! ¡Que caiga sobre vos la roja peste, por haberme inculcado vuestro lenguaje!” (Shakespeare, W. 2002, 532)

Esta expresión desencadena una circulación de la figura calibánica, transfigurando y desfigurándose múltiplemente hasta eclosionar como epítome de una manera de estar en nuestra América. Su imagen monstruosa ha dado lugar a diversas interpretaciones que hacen de su condición subalterna la evidencia de la opresión colonial y la brújula del cimarroneo filosófico, cultural, corporal. Caliban se ha tornado una fuente configuradora de reflexiones que procuran captar latencias, apresamientos, elusiones y devenires de la experiencia caribeña y latinoamericana.

El cuerpo de Caliban, quien antes era el único habitante de la isla a la que arriba Próspero producto de una tempestad, es al principio dócil, extraño y herido, la apariencia más simple de la metáfora del “buen salvaje”. Empero, la ley instituida por su amo —la legítima servidumbre del salvaje como derecho civilizatorio de la conquista— es abruptamente trastocada y desordenada cuando el esclavo devora su lengua para maldecirlo. Caliban no obra de forma ingenua, sino que, al romper con los deberes y valores del colono, lo hace históricamente. A partir de ello, la relación entre Próspero y Caliban se transforma en caldera de metáforas sostenidas por la cartografía moderna-colonial: Próspero, símbolo de la civilización evangelizadora, lo humano y lo occidental, idea del centro uniformador de los asentamientos coloniales; Caliban, toponimia de Caniba, Caribe, Cariba y Canibal, expresión de lo inhumano y lo salvaje que solo merece ser destruido y/o administrado, demonio burlesco de la periferia cuyo canibalismo libidinal debe exterminarse. En este reparto de roles, al esclavo le toca responder a una identidad dada y creada a contraluz de un sujeto moderno, racional y universal.

Pero, ¿qué queda de esa lengua robada? ¿Puede Caliban, incluso hablando la lengua de Próspero, afirmar una diferencia frente al régimen identitario de la razón moderna? ¿Acaso la maldición de Caliban se corresponde con un agotamiento del discurso civilizatorio? Preguntarse por Caliban no implica necesariamente interrogarse en la clave de equilibrios morales ni identitarios, tampoco en función de matrices metafísicas que buscan estabilizar las encrucijadas del devenir latinoamericano y caribeño. Pensar en Caliban en el marco de una colonialidad capitalista que continúa acechando globalmente comporta un cuestionamiento acerca de cómo nuestras formas de pensarnos y escribirnos se vierten en una amalgama de apropiaciones y re-modulaciones injertadas en caminos que mutan y se acomodan de forma multilingüe. Rodear la figura de Caliban, insistir en ella, compromete la posibilidad de seguir abriendo problemáticamente las figuraciones, (re)lecturas y pliegues que la sostienen como imagen filosófico-cultural en paisajes de climas tempestuosos.

Desplegar las figuraciones de Caliban, entonces, supone —como una alternativa entre múltiples— llevar a cabo una reflexión acerca de los significados y los sistemas de la lengua colonial, la cultura latinoamericana y caribeña en la colonialidad y las estrategias transcodificadoras de las metáforas y tropos históricos. El deseo de Caliban en torno a un nuevo lenguaje aún hoy altera estabilidades, jerarquías y uniformidades encarnadas en los mortíferos binarismos del pensamiento occidental. Seguir pensando en y con Caliban propicia, entonces, una actualización, reconfiguración y renovación de las potencias de una figura problemática y tensional originariamente: se trata de desandar el contenido de una imagen histórica mediante la reconsideración aquí y ahora de los problemas a los que alude. En definitiva, se trata de calibanizar otra vez la ficción de una identidad siempre en invención.

Figuraciones de Caliban: (re)lecturas y pliegues filosófico-culturales reúne un conjunto de textos que se articulan como una conversación multiforme en torno al fuego que cuece y asa puntos de fuga teóricos. Como en un banquete, este dossier congrega textos que pueden inscribirse en diversas adscripciones disciplinares (crítica y literatura latinoamericana, historia de las ideas, estudios culturales, crítica poscolonial, teoría crítica, filosofía contemporánea del Caribe, etc.); al mismo tiempo, son artículos de investigación que retoman las escisiones de Caliban en tanto figura, metáfora, tropo, símbolo y/o concepto. Los trabajos reunidos en Figuraciones de Caliban: (re)lecturas y pliegues filosófico-culturales se ordenan en sintonía con el objeto del que tratan, Caliban, en la medida en que su rigurosidad no decanta en cierres hermenéuticos, sino que propician lindes cuestionadores, fugas de sentido crítico e irrupciones analíticas. Las escrituras, comensales teóricos de este dossier, han sido convocadas y creadas desde Latinoamérica y el Caribe, siendo esto la marca de las preguntas abiertas por lxs distintxs autorxs.

El trabajo de Felix Valdés García (Instituto de Filosofía de La Habana) “Nosotros y las tempestades de Caliban” indaga y releva la génesis del Caliban de Fernández Retamar. Desde su propia experiencia y diálogo, Valdés García sitúa su análisis en la historia del concepto de Caliban señalando sus mutaciones y reelaboraciones en el marco de las urgencias políticas que asediaban y continúan asediando al Caribe y a Latinoamérica. En su análisis del ensayo de Fernández Retamar este artículo argumenta que Caliban. Apuntes para la cultura de nuestra América se nutre no solo de la vocación revolucionaria de José Martí, sino también de procesos culturales que apuntan la especificidad nuestroamericana de otras epistemologías tejidas desde diversos derroteros calibánicos.

En “La maldición de Caliban: dialéctica del poder y la dominación en la simbólica de nuestra América” David Gómez Arredondo (Colegio de Estudios Latinoamericanos, Facultad de Filosofía y Letras-UNAM) propone una lectura de la dialéctica que se desprende desde el conflicto entre Caliban y Próspero. En específico, Gómez Arredondo se sirve de La tempestad de Shakespeare para problematizar el sinnúmero de identidades, alterizaciones y signos histórico-culturales que se despliegan en la historia latinoamericana, i. e., en la dialéctica del poder tramada en medio de las resonancias que en nuestra área geo-cultural tiene Caliban. El impacto del drama shakesperiano se trabaja en contrapunto con la dialéctica hegeliana y en diálogo con la propuesta de Fernández Retamar.

Con “Las mujeres de Calibán” Luis Adrián Mora Rodríguez (Escuela de Estudios Generales y Escuela de Filosofía, Universidad de Costa Rica) abre una línea de análisis donde las lecturas sobre Caliban se miden a partir de los silenciamientos y oclusiones que las instituyen, específicamente en relación a las figuras femeninas de la obra de teatro de Shakespeare. Para esto, Mora Rodríguez diagrama una inflexión que se sirve principalmente de los estudios de Sylvia Wynter sobre el papel liberador de la madre de Caliban, Sycorax, con el fin de detectar su operatividad crítica y antipatriarcal frente a las reificaciones culturales y sexogenéricas de la colonialidad.

En “Difracciones en Una Tempestad (Une Tempête): en contextos poscoloniales y feministas” Mariana Alvarado (Incihusa-Conicet) y Alejandro De Oto (Universidad Nacional de San Juan-Conicet) desmenuzan los diversos pliegues epistemológicos que habitan en la reescritura de Aimé Césaire de La tempestad de Shakespeare. Alvarado y De Oto proponen una serie de cápsulas con las que detectar las interferencias subalternas que hacen y rehacen espacios de sentidos y sentires interruptores de las normatividades de la episteme moderno-colonial. El ejercicio de Alvarado y De Oto se resume en un desprendimiento poscolonial de la escritura que se bifurca en miradas feministas capaces de conducir hacia otras lecturas la reelaboración cesaireana de Caliban.

El trabajo de Marcelo Silva Cantoni (Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba-Conicet) en “Escenarios calibánicos: discursos racistas y animativos políticos en performances e instalaciones contemporáneas” hace hincapié en las instalaciones artísticas The temple of confessions (1994) de Guillermo Gómez-Peña y Roberto Sifuentes, y Diarios del Odio (2014) de Roberto Jacoby y Syd Krochmalny. Silva Cantoni busca localizar en esas instalaciones artísticas interrupciones de los efectos performativos de los discursos racistas y sus vinculaciones con el signo de Caliban. Sirviéndose del tropo Caliban, realiza un trabajo socio-semiótico guiado por el acto contra Próspero: el robo de la lengua para maldecirlo.

En “Kamau Brathwaite, de Calibán a la estética Sycorax” Florencia Bonfiglio (Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales, Universidad Nacional de La Plata-Conicet) se aproxima de manera sustancial a los distintos momentos estético-poéticos e historiográficos de la escritura de Brathwaite relacionados con Caliban. Bonfiglio se detiene en los surcos epistemológicos descolonizadores que el barbadense trama dentro de su propuesta conceptual al momento de leer y estudiar la cultura caribeña. En efecto, Brathwaite indaga las yuxtaposiciones lingüísticas y los efectos poético-políticos de la creollización en el Caribe ideando una ruta diferencial de las lecturas latinoamericanas que retoman a Caliban. A partir de esto, Bonfiglio desarrolla la especificidad caribeña que se esculpe no solo en la escritura del barbadense sobre Caliban y/o Sycorax, sino también en la analítica del colonialismo y la colonialidad que se configura de forma particular en la praxis escritural de Brathwaite. En síntesis, a partir de un estudio sobre los poemas del barbadense, el artículo de Bonfiglio pone de manifiesto que la lengua, la escritura y la oralidad, lejos de toda carga esencialista, resuenan en el Caribe y en sus creollizaciones en la forma de espacios a partir de los cuales se configuran resistencias “transgenéricas” de las métricas coloniales y metropolitanas del saber.

El texto de Rodrigo Browne Sartori (Instituto de Comunicación Social, Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Austral de Chile) titulado “Calibán 2.0: Imágenes en crisis” busca pensar la relación contemporánea con las imágenes tomando como eje central la práctica devoradora de Caliban. Para esto, estudia la impureza de las imágenes mediáticas, estéticas, simbólicas, en la clave de una semiosis antropófaga y determina que, en el marco de un escenario hipermedial atravesado por la inteligencia artificial, es preciso apelar a un nuevo Caliban: Browne Sartori enfatiza el carácter indisciplinado de la figura shakesperiana en pos de fundamentar una actitud al margen de las lógicas “post” de la imágenes-mercancía-spam-en crisis.

Shakespeareanizar la historia latinoamericana. Calibán y Puck en Rubén Darío” es el título de la contribución de Alejandro Fielbaum S. (Universidad de Picardie Jules Verne), quien corre el foco al plantear un análisis divergente respecto del de Fernández Retamar. Fielbaum rescata la valoración marxiana de Shakespeare y, por lo tanto, se centra en las tensiones históricas contenidas en sus obras. Con el propósito de ponerlas de manifiesto, este trabajo expone los usos de Shakespeare en la obra de Rubén Darío. Como resultado de ello, Fielbaum elabora una reflexión conforme a la cual la modulación dariana de Puck puede ser comprendida como una crítica al orden moderno representado por Estados Unidos más radical que algunas identificadas tanto con Ariel como con Caliban.

Con “La figura de Calibán como expresión del debate entre identidad cultural y modernización en el Uruguay del 900” Pablo Drews López (Universidad de la República y Agencia Nacional de Investigación e Innovación) desarrolla el sentido de la figura de Caliban en el debate sobre identidad cultural y modernización entre José Enrique Rodó y Carlos Reyles en Uruguay a comienzos del siglo XX. Drews López presenta la imagen de Caliban como campo de batalla del mentado debate, el cual es explicitado como el reflejo de una discusión más compleja en torno al problema de la raza. Drews López indica que la bifurcación entre Caliban y Ariel se muestra como la confrontación entre dos modelos antropológicos en el marco de una búsqueda de identidad cultural latina y un proyecto de modernización.

Paula Massano (Universidad Nacional de La Pampa) titula su contribución “Cartografía salvaje: entre el tropo Calibán y las hijas de Sycorax”. La autora concentra su escrito en el análisis de Carlos Jáuregui sobre el tropo Caliban. Afirma que América Latina puede ser cartografiada como la Gran Canibalia, una ficción política que organiza lo decible y pensable respecto de los afectos que constituyen su “verdad”. Su propuesta consiste en reflexionar en torno a la situación colonial a partir de una lectura feminista de La Tempestad. En su disquisición sobre la figura de Sycorax argumenta que puede identificarse un tipo de micropolítica de la subjetivación que permite inscribir otra relación con esa obra.

Por último, quienes coordinan este dossier proponen su propio recorrido por las figuraciones de Caliban en un artículo titulado “Entre Calibanes. Maldecir al amo, inventar millones de lenguas”. En este trabajo Carlos Aguirre Aguirre y María Rita Moreno argumentan que la figura de Caliban puede ser abordada como una imagen dialéctica en la que cristaliza sintagmáticamente la oposición estructural de la modernidad. A lo largo de su texto conjugan elementos de la teoría crítica, la crítica poscolonial y la filosofía caribeña para exponer la manera en que Caliban se implanta en el epicentro de la razón de dominio y la torna contra sí mediante un acto de creación/invención del que emerge un espacio-otro de intervención e imaginación histórica.

Invitamos a lxs lectorxs de Estudios. Revista de Filosofía Práctica e Historia de las Ideas a recorrer y devorar las elaboraciones teóricas que componen este dossier, suscitadas por las figuraciones de Caliban, sus (re)lecturas y pliegues filosófico-culturales.


Referencias bibliográficas


Saer, Juan José. 1983. El entenado. Buenos Aires: Seix Barral.

Shakespeare, William (2002). Obras completas. Tomo II. Barcelona: Aguilar.